Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

martes, 6 de enero de 2009

Calcetines políticos


Uno de los grandes peligros de los partidos políticos en campaña es que nadie les crea, por más lindo que sea el plan de gobierno, sesudas las proyecciones o muy bien estructurados los mensajes publicitarios.
Y esta falta de credibilidad puede llegar por distintos caminos a la mente de los electores: por promesas no cumplidas, por malas gestiones anteriores, por el simple cansancio o por la existencia de unos personajes que, en el caló político, se les conoce como "los calcetines": abren la boca y meten la pata.
Ninguna de las fuerzas políticas está exenta de estos dirigentes, y mientras más altos cargos tienen se evidencian con más impacto sus desaciertos.
Por ejemplo, hace unos días tuve la oportunidad de ver a un alto dirigente de ARENA en un foro en el que se analizaban los retos de los salvadoreños para 2009.
En una de las intervenciones y en defensa de un positivismo fácil, ancló su argumento de que no todo está mal en El Salvador en las siguientes razones:
* La selección de fútbol ha pasado a otra fase, la hexagonal.
* El Metapán ha ganado el campeonato de fútbol y la gente de Metapán debe de estar contenta.
* Se han inyectado 500 millones de dólares a la economía nacional (como que hubieran sido regalados)
* Se está trabajando en proyectos como Red Solidaria y Fosalud
Los políticos con los que compartía mesa, en el canal 33, con Nacho Castillo como entrevistador, no se molestaron en replicar. No era necesario. El desacierto había sido descomunal, sobre todo para una audiencia de clase media --que es la de tal televisora-- que está harta de ARENA y sus gobiernos y que espera candidatos con los pantalones bien puestos para "defender" a esta capa social de los abusos del sistema. La clase media que está entusiasmada con el FMLN porque tiene a la temeridad como un serio defecto de nacimiento.
Cuando terminé de escuchar los "imbatibles argumentos" del dirigente de ARENA, por lo menos en la institucionalidad visible, comprendí por qué una enorme cantidad de salvadoreños ha dejado de creer en el partido de Gobierno.
Y no solo han dejado de creer en lo que se predica como logros de cuatro gestiones; han cerrado la mente a las promesas, compromisos y proyecciones que hace el actual candidato a la presidencia, Rodrigo Ávila, quien desde su lanzamiento comenzó a predicar la llegada de una "nueva derecha" que, en la conciencia del votante, aún no termina de establecerse.
ARENA debe tener mucho cuidado con sus voceros, porque no se trata solo de tener a los tristemente célebres "picos de oro" o a los "pericones", que muchas veces no son más que politiquillos verborreicos poseídos por el cansino caset que se escucha desde hace dos campañas, sino que deben ser personas con amplio criterio y sagacidad, tanto para estructurar mensajes como para enarbolar con firmeza los argumentos propios, escuchar opiniones sensatas, neutralizar temores en la población y aniquilar sin misericordia los enunciados populistas de los rivales.
En el caso particular que describo, cualquiera se podría hacer la siguiente pregunta: ¿y así es que ARENA trata de inyectar positivismo en la población? ¿Así la intenta convencer para que le otorgue un quinto período en la Presidencia del país? ¿Así argumenta los logros de un año que a todas luces ha sido duro? ¿Así se hace y se concibe la política en ARENA? ¿Es esto mensaje institucional o una desastrosa metida de pata provocada por la nula experiencia en comunicación política?
Una de las cosas que tradicionalmente se le han criticado a la derecha política es que no tiene buenos voceros. Posee muchos técnicos pero pocos comunicadores.
Tiene la debilidad donde, precisamente, está el vértice del éxito en la actualidad: el reto de la política moderna es tener grandes pensadores, excelentes ejecutores y expertos comunicadores. Comunicadores, no lenguaraces de poca monta.

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