Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

viernes, 31 de octubre de 2008

Un aplauso por la Cumbre (no para la Cumbre)


La Cumbre Iberoamericana que acaba de terminar en San Salvador nos ha dejado muchas cosas positivas.
Aparte de darnos cuenta de que los mandatarios están preocupados por la crisis económica mundial, y enterados de que los jóvenes son el segmento social al que se debe apostar con gran valentía, cosas de menor envergadura deben también aplaudirse, como el orden que ha reinado en el tráfico cerca del sitio donde se realizó el cónclave.
He leído la Declaración de San Salvador, el documento oficial de la reunión, y creo que con una sola de esas intenciones (una sola) que se llevara a cabo, los jóvenes tendrían un futuro muchísimo mejor que el que tuvimos nosotros.
En el compromiso asumido se habla, en pocas palabras, de abrir las oportunidades para la juventud en todos los sentidos, mejorar las condiciones para que puedan desarrollarse y apoyar desde los Estados y las empresas su ingreso al mundo laboral. En pocas palabras, hacer todo lo posible para que vivan y construyan un mundo mejor.
Menudo reto el que tiene toda Iberoamérica, porque cumplir con estos enunciados (que por cierto están redactados en el acartonado, ridículo e inexpugnable lenguaje de los diplomáticos) necesita de un pacto social.
Un pacto que incluya a todos, desde los jóvenes mismos, las familias, las empresas, el Estado y los políticos, hasta los países en sus relaciones multilaterales.
Un mensaje positivo queda. Pero más allá, también el compromiso, que se deberá cumplir sí o sí, porque de otra forma mejor se hubieran ido de paseo los gobernantes, a arreglar el mundo desde los hielos mojados con escocés hasta las encopetadas copas de champaña de las primeras damas.
Y con toda esa ebullición de buenas intenciones se tiene la oportunidad de poner en marcha, pero de verdad, por lo menos una medida en el gobierno salvadoreño que se iniciará a partir de junio de 2009.
Una de las aplicaciones que más debería priorizarse es lo que se ha llamado “alfabetización digital”, que en mi opinión es la verdadera puerta al futuro.
Un aplauso por la Cumbre y la invitación a dejar las malas leches. Como el de aquellas personas que estaban indignadísimas porque el cantante mexicano Alejandro Fernández había tenido un desliz mientras cantaba El Carbonero, la canción que muchos salvadoreños toman como “el segundo himno nacional”... esos mismos que despreciarían al hombre ennegrecido por el carbón.
Esas personas jamás se habrían parado en el Bernabéu a aplaudirle a Ronaldinho por las genialidades con el balón. Son los mismos de siempre, los amargados, los resentidos, los perdedores.

jueves, 30 de octubre de 2008

El peligro de azuzar a las hordas

Hordas, sí, porque no se guían por el intelecto. Hordas porque usan la violencia como única herramienta de combate. Hordas porque, al final de cuentas, son masas no pensantes, rebaños serviles que inclinan la voluntad ante sus líderes, sin cuestionar, sin pensar, sin darle permiso a la inteligencia.



En la campaña proselitista salvadoreña, más que todo en la lucha por la presidencia, tanto el candidato del oficialismo como el de la ex guerrilla tienen la enorme responsabilidad de alimentar la cordura de sus grupos de simpatizantes.
Si no cumplen con esta básica premisa, tanto pueden tirar balazos los unos como lanzar granadas los otros.
Y quienes resultarán más abatidos por la violencia serán los inocentes, los mismos que salieron a votar bajo las balas en 1982. Los hijos de quienes se mordieron la lengua y escondieron el coraje para no morir en la década perdida. Los salvadoreños dignos que se han partido el brazo y el corazón por construir esta democracia que unos pocos, los menos, tratan de secuestrar para arrodillarla ante la violencia.
Es peligrosísimo si tanto Rodrigo Ávila como Mauricio Funes no envían señales de tranquilidad a sus correligionarios. Mensajes de buena lid, de lucha entre caballeros, de batalla por la dignidad y el honor de nuestro país. Lenguajes que promuevan el choque de pensamientos, el esgrima de las ideas, las artes marciales del argumento.
Y en este sentido tiene un enorme desafío el candidato del FMLN, quien en los últimos días ha dejado entrever que los resultados de las encuestas que lo ubican más cerca de su contendiente son el inicio de un fraude.
Son palabras de enorme envergadura en nuestra caótica situación. Azuzar a las hordas no traerá nada bueno.
Los salvadoreños que no tenemos la conciencia manchada nos merecemos paz. Paz política. Paz electoral. Para que sea nuestra conciencia y no el hígado quien decida a la hora de enfrentarnos a la papeleta de votación.
El tema de la encuestas no hay que tomárselo tan a pecho. No son el resultado de la elección. No es el conteo final. Si un sondeo da menos puntos no hay por qué inducir a los poco pensantes a que crean que se le está robando la votación.
A los tontos no hay que darles cuerda, porque son peligrosos, generan peligro y las balas a cualquiera le entran, sin distinción de colores partidarios. Y la sangre derramada siempre le duele al país, proceda de quien proceda.
¿Acaso no está saturada nuestra tierra de tanta sangre?

miércoles, 29 de octubre de 2008

Intrusos en la casa


Y ahora dígame usted ¿cómo le explica a sus hijos que la televisión no se arruinó? Que su programa favorito no está mal. Que los personajes de su serie favorita no están apareciendo porque al gobierno de este país, El Salvador, se le ocurrió poner cadena de radio y televisión para que veamos al presidente Elías Antonio Saca y escuchemos su interesantísimo discurso, diseñado para atrapar sin remedio a todas las audiencias, de cualquier edad.
Es un abuso que, incluso en la programación de cable, la oficialidad nos obligue a ver lo que ella quiere. Acaso no defendemos el sistema de libertades y ese mismo evangelio nos predica que podemos hacer lo que se nos dé la gana siempre y cuando sea legal.
Con qué cara van a criticar las cadenas de Hugo Chávez.
Entiendo que exista una ley para encadenar las radios y los canales de televisión cuando el Gobierno tiene que comunicar algo de extrema importancia. Pero que sea algo que realmente valga la pena, que sea cuando existe un gran peligro, o cuando se ha desbordado una calamidad pública. Pero escuchar el discurso inicial de una Cumbre de presidentes y representantes de Iberoamérica no me parece que sea de prioridad nacional.
Tampoco para escuchar las bondades de este gobierno.



Insisto, es un abuso de autoridad. Pero hasta que no se haga algo en serio, nos seguirán obligando a sintonizar las malditas cadenas.
¿Por qué no se promueve una ley en la que sólo cuando realmente sea una emergencia nacional sea posible llamar a cadena nacional, y que estas no duren más de cinco minutos? ¿A quién hay que acudir? ¿Y si comenzamos a enviar mensajes por e mail a todos nuestros contactos con la siguiente frase: “Estoy en contra de las cadenas nacionales de radio y TV cuando no se trata de una emergencia”?
Yo ya comencé, con este blog. ¡Y usted?

Mañas políticas


Recuerdo que hace unos años, cuando competía para ganar la presidencia salvadoreña, Francisco Flores comenzó a vender el slogan de que él representaba “una nueva forma de hacer política”.
Con el paso de los años y los sabios juicios que el tiempo brinda, me entristezco al ver que ese lema no duró siquiera los cinco años de la antepasada gestión presidencial.
Hubo intentos y muy buenos, no hay que negarlo, pero a partir del último año de la administración Flores las cosas comenzaron a complicarse.
Comenzó a gestarse la actual polarización, que ni siquiera la popularidad del presidente Antonio Saca y su muy particular forma de hacer política han logrado abatir.
Y por eso ahora nos embarramos en los lodos de aquellos polvos.
La confrontación tradicional ha vuelto a aparecer. Y por ello es que vemos campañas proselitistas que huelen a los años ochenta (o setenta).
¿Acaso no han evolucionado las creatividades? ¿Creen que nos vamos a tragar el miedo por los “comeniños”, “matavacas” y “vuelapuentes”? ¿Están pensando en que van a convencernos de que todo lo que ARENA ha hecho está mal?
Hay políticos, lo crea usted o no, que todavía apuestan a ganar conciencias repartiendo camisetas, gorras, llaveros o encendedores. Es, cuanto menos, para sentir lástima por ellos.
Por eso es que vemos, también, que don Norman Quijano, candidato a la alcaldía de San Salvador por ARENA, se ha quedado corto y no nos ha contado cuál es la visión que tiene para que la ciudad mejore. No, anda obsesionado por mostrar que la actual alcaldesa, Violeta Menjívar, es la personificación de la mediocridad.
Y no es que no sea mediocre, o que sea brillante, lo que se extraña es una campaña que nos diga hacia dónde se va a llevar a la capital… aparte de que habrá metrobuses y canchas en los plafones que le pondrán a las quebradas.
Y la señora alcaldesa, en vez de decirnos cómo San Salvador va a lanzarse a la ruta del verdadero desarrollo, anda con anuncios choleros de que van a continuar ¡haciendo bien las cosas! ¡Por Dios, basta analizar las decisiones que ha tomado para sugerirle a gritos que promueva el cambio!
Cosas de la política salvadoreña. Tristezas de la creatividad embrutecida por el opio de la mediocridad y el odio al contrario por el simple hecho de ser contrario. La pobreza del argumento tonto que se impone.
Este país sigue secuestrado por los políticos que hacen las cosas a la usanza de la época que queremos olvidar. Por eso no es de extrañar que a los jóvenes les importe un bledo la política.

martes, 28 de octubre de 2008

¡Ay, don Hugo!


La razón que dio Hugo Chávez para no asistir a la Cumbre Iberoamericana de San Salvador despierta sospechas.
Levanta suspicacias por un sencillo motivo: ya no se le creen las cosas al presidente de Venezuela, en parte por los arrebatos de histeria que le merman la credibilidad, y, en buena parte porque los argumentos en sí son muy pobres.
Que no se le garantiza la vida en San Salvador. ¡Por favor! Si los asistentes a la Cumbre van a andar más cuidados incluso que en sus propios países.
Aparte, entiendo que hay coordinación entre las instituciones de seguridad de los países visitantes y las salvadoreñas. Y van a haber más de 1,500 policías y soldados, helicópteros, carros blindados, francotiradores y muchos agentes de inteligencia.
Hay cosas que el ciudadano común no sabe que le pueden hacer caer en hipótesis poco válidas. Por ejemplo, los cordones de seguridad son tan férreos que incluso a los periodistas se les hará trabajoso entrar a los lugares donde habrá conferencias. Y no es que vayan a entrar a todos los sitios.
Nadie que no sea parte de las delegaciones estará en los lugares donde se reunirán los mandatarios. Los periodistas sólo tendrán acceso a ciertas salas. Y entonces ¿de dónde surge eso que la seguridad del venezolano no está garantizada?

¿Y entonces cuál es el drama?

Más parece, y aquí la sospecha, que se trata de una estrategia político-electoral que tiene como contraparte al FMLN.
No nos demos paja, como se dice en El Salvador. Nadie con un dedo de frente puede negar la estrecha relación entre Hugo Chávez y este partido de izquierda.
Bien o mal, dependiendo de dónde se vea, estos lazos son fuertes porque ambos tienen objetivos muy similares, tanto en su abominación por el sistema actual (por favor, de nuevo, entre gitanos no nos leamos la mano) como en su receta para cambiarlo.
Y tampoco nos hagamos los falsos inocentes. Todo el morbo por la llegada del sudamericano no tiene que ver con sus brillantes aportes sobre el tema “Juventud y Desarrollo”, sino por el momento en que Chávez se encontrara, cara a cara, con Mauricio Funes.
Eso es, en mi opinión, lo que la izquierda quiere evitar.

¿Por qué evitarlo? ¿Que acaso no tenemos todos el sagrado derecho de tener amigos? Justo por esto, porque el FMLN no quiere que “la bestia” aparezca al lado de “la bella”.
Porque no quieren darle armas a ARENA para que diga: “Ya ven, son lo mismo”. Y no quieren que eso suceda porque han vendido la imagen que Funes representa algo distinto al FMLN convencional, que sí se declara amigo de Chávez, el FMLN que no tiene escrúpulos ni empacho en admitir su tremenda adoración por el comandante. Al fin y al cabo es su padrastro ideológico.
La izquierda radical del FMLN, astuta como comadreja, sabe bien los titulares de los periódicos al día siguiente: “Chávez y Funes, de la mano”, “Funes recibe a Chávez”, “FMLN estrecha relaciones con Chávez” y cosas parecidas. Tampoco ignoran que la foto obligada de portada sería el abrazo entre ambos políticos.

Tampoco desconocen que, en un ejercicio permitido del periodismo, periódicos y noticieros pondrían el tema en las primeras páginas o bloques.
Y conocen también que los “plus” periodísticos derivarían en las opiniones de diversos sectores de la sociedad, aparte de los analistas.
En pocas palabras, el candidato del FMLN quedaría en ropas menores ante el país. Se vería como amante descubierta en el lecho del pecado y la concupiscencia después de mucho tiempo de predicar castidad, honorabilidad e independencia.
La gazmoña, en este caso, se volvería hetaira.
Y, por supuesto, la derecha está muy pero muy descontenta porque no va a venir Hugo Chávez. Porque tendrá que usar argumentos más sólidos para convencer a los votantes de que el FMLN no es la mejor opción para gobernar.
Porque las tácticas del miedo que están usando no asustan ni a los más cobardes.
Y a los que no somos de ARENA, del FMLN ni de otro partido, se nos está negando el circo. Porque no nos demos paja, de nuevo, habría sido excitante ver las escenas de la anticumbre, donde los villanos del Eje del Mal latinoamericano abrazaban con toda impudicia política a la figura que los ha evitado a toda costa. Voyeurismo político.
Aunque, no todo está perdido. El clima político es más cambiante que el de Londres y nadie puede asegurar que el payaso austral no “decida, a última hora,” ponerse el traje sadomasoquista para llegar a la virginal tierra de la Guerra Fría para dar el espectáculo circense.
Mientras, los salvadoreños con más de tres dedos de frente seguiremos creyendo que aquello de que no le garantizan la seguridad es solo un burdo pretexto del comandante para generar prensa. Tan burdo como las devaluadas opiniones de un dirigente efemelenista que en su ansias por figurar dijo: Ahora el presidente Saca tiene que responder por los señalamientos que ha hecho el presidente Chávez...
¿Y usted qué cree?

lunes, 27 de octubre de 2008

Cultura de mediocridad


El Salvador está acostumbrado a no hacer las cosas bien. De ahí la existencia del término “galladas” para referirse a esas imperfecciones que quedan en las obras por gracia de la mediocridad de quien las ha hecho.
Lo que en publicidad gráfica se conoce como “artefinalizado” no se aplica a la vida cotidiana y, entonces, es común ver defectos nacidos de la haraganería y la falta del sentido de la perfección.
Esa cultura está arraigada a todos los niveles: desde el albañil que no pega bien los ladrillos, no tira bien las líneas o que no deja el repello de forma uniforme, hasta el médico que deja gasas dentro del paciente, que le corta la pierna sana, que solo le receta ibuprofeno para cualquier dolor o que le hereda a la pobre señora de la cesárea aquella horrenda cicatriz digna de un gesto con todas las arrugas faciales.
Se ve también, esa triste realidad, en las obras y decisiones tomadas por funcionarios. Desde los camioncitos chinos que compró la alcaldía de San Salvador hasta los “pegostes” que dejan los equipos del Fovial que tapan hoyos en las calles. O los huecos que dejó la Anda tras hacer algunas reparaciones en los tubos subterráneos.
Es esa una cultura de la mediocridad que ha sido alimentada con la desidia, la impaciencia y ausencia de verdaderos controles personales de calidad.
Y pocos están exentos del tema.
Hay también en El Salvador periodistas “de brocha gorda” que no tienen la pericia ni el deseo de aplicar el sentido de la estética a sus escritos. Ni el cuidado para aparejar los detalles de tal manera que las notas entren con fluidez a los lectores. Y se pretende que el pobre lector se zampe aquella masa de datos, a la fuerza, como amasijo de macarrones sobrecocidos, secos y mezclados con queso chicloso... bajo el perverso concepto de que tiene hambre y que agradezca que se le da de comer.
Hoy por la mañana, en la radio del FMLN de nuevo, escuchaba críticas de personas porque en varias zonas del centro de la capital han dejado salientes de tubos y varillas de hierro con las que es muy fácil tropezarse.
Contaba un señor que su esposa casi se arranca el dedo grande del pie por culpa de uno de estos salientes. Otra señora dijo que ella se había tropezado también.
Y entonces ¿a quién reclamar? Porque no es solo la alcaldía la responsable. También, se dijo, son las personas que retiran rótulos de publicidad y no dejan al ras los tubos que los sostenían.
Para salir del subdesarrollo que tenemos hay que comenzar por las cosas menores. Paso a paso. Despacio y con buena letra, como reza una trillado dicho.
Siempre hay posibilidad de cambiar las cosas. Hay que dar el primer paso. En la casa, tratar de no ser torpes al hacer cosas tan básicas como limpiar un espejo o hacer la cama. En la oficina, mejorando el trabajo cada día, prestando atención a los detalles, no dejando para el siguiente en la línea el trabajo de pulir nuestra obra si podemos hacerlo nosotros.
Y los funcionarios, igual. Asumiendo la responsabilidad que les corresponde y pensando, antes de cada decisión, en la siguiente reflexión: “¿Le haría esto a mi familia?”.
Cada día que se nos permite vivir en esta etapa de nuestra evolución es también una oportunidad para cultivar el deseo de mejorar. Cada cual en lo suyo. Hasta los blogueros ¿o no?

viernes, 24 de octubre de 2008

Ventas callejeras


Que las ventas ambulantes y callejeras en San Salvador son una vergüenza para la ciudad no cabe duda. Pero existen porque hay gente que compra ahí.
De nada servirán los palos, los programas de reordenamiento y cualquier cosa que se haga si no se siembra la conciencia de no comprar en la calle.
No estoy en contra de los vendedores. Al contrario, es loable que trabajen en vez de robar. Es totalmente digno su empleo y su deseo de vender. Es admirable el tesón que ponen para llevar el sustento a su familia. Demuestran que no andan pidiéndole a “papá gobierno” que les regale dinero, sino que tratan por sus propios medios de salir adelante.
Pero para tener una mejor calidad de vida es preciso ordenarnos.
Cuando los vendedores dicen que no se van de las calles porque si se meten a los mercados la gente no les compra, tienen toda la razón. Los culpables no son ellos. Culpable es la falta de educación. Se ha vuelto un círculo vicioso... como la prostitución. Hay prostitutas porque hay clientes.
Los vendedores estarán donde estén los compradores; no tiene por qué ser al revés.
Y, frente a esto, hay otra reflexión que se impone: a los salvadoreños no nos gusta caminar mucho. Todo lo queremos enfrente.
En otros países, europeos por ejemplo, la gente camina grandes distancias ¡para tomar un taxi! No crea usted que porque anda con miles de euros en la bolsa podrá parar un taxi donde se le ocurra en París. Tendrá que recorrer varias cuadras para llegar hasta los puntos donde están los autos de alquiler; y en algunos casos tendrá que hacer fila.
Si eso es así, entonces ¿por qué no podemos acostumbrarnos a comprar en los sitios idóneos y no en la calle?
Si se deja de comprar en la calle y se va hasta los mercados, los vendedores tendrán que ir a los mercados. Simple.


Y estos mercadillos hasta pueden tener un atractivo turístico si se pone empeño en ello. Si no, vea lo que hacen en Amsterdam, por ejemplo, donde llevan a los turistas a un mercado en pleno centro, ordenado, donde venden flores. Y es un punto de atracción.
En pocas palabras, se puede aplicar la teoría del judo a los problemas en nuestras ciudades: basta un poco de voluntad... la mínima para dar el primer paso.
Si no, siempre tendremos una ciudad desordenada... gobierne quien gobierne.

jueves, 23 de octubre de 2008

¿Evangelio de odio para ganar el cielo de la "justicia social"?

Ayer por la tarde, llevé a un amigo mío por las calles del centro de San Salvador. Las cosas típicas: trabazón media de las cinco de la tarde, decenas de vendedoras, las aceras tomadas por las mafias del centro, los buseros matones, las calles llenas de cráteres, la catedral al fondo... en fin.
Y cuando me preguntó sobre la situación política, surgieron temas como la polarización (¿cómo no!), el candidato del FMLN y su tensa relación con los medios de comuncación y el futuro del país en caso que ganara la izquierda.
Le contaba yo sobre las predicaciones de odio que se han hecho desde ambos partidos mayoritarios a sus huestes y sobre la descalificación al adversario por ser contrario y no por la debilidad del argumento.
Y claro, la única respuesta que tuve sobre el tema fue un leve movimiento de cabeza, tal vez porque resulte un poco extraño para un europeo el nivel de confrontación.

Hoy por la mañana, de camino a mi trabajo, escuchaba una radio del FMLN y a sus oyentes que opinaban, se quejaban, aplaudían gestiones farabundistas y, naturalmente, criticaban las campañas proselitistas de los adversarios.
Y hubo algo que me llamó poderosamente la atención: una de las señoras que llamó, después de lanzar las consabidas críticas contra Norman Quijano, candidato a la alcaldía capitalina por ARENA, dijo unas palabras: “Por eso es que como dice la canción, yo le digo a la alcaldesa Violeta Menjívar (del FMLN) 'Mi comandanta se queda...'”
¡Qué triste!, pensé. Esta gente todavía tiene el tufo a guerra, no abandonan el lenguaje del combate, siguen pensando con la lógica de guerrilleros. ¡Y siguen odiando al adversario, como si la guerra continuara!
Otro de los oyentes criticó un supuesto ataque que seguidores del candidato Norman Quijano habían hecho a unos jóvenes del FMLN “que se llegaron a sentar enfrente de ellos y les tomaron unas fotos...”
Primero, no hubo tal ataque con machetes, como lo dijo el radioescucha. Estamos seguros de eso porque un periodista de El Diario de Hoy asistió a la cobertura del evento (una jornada de limpieza). Sí hubo acusaciones mutuas e insultos.
Segundo, no se necesita ser brillante para darse cuenta del “salveque” (amenaza velada) que los primeros hicieron al tomarles la foto.
Porque se ha vuelto una costumbre que en los eventos del FMLN a los periodistas les tomen fotos cuando comienzan a incomodar con sus preguntas a los candidatos.
¿Para qué una foto del periodista? ¿Para saber a quién perseguir? ¿Para tenerlo en listas negras? ¿O porque les encanta tanto que quieren conservar un retrato, ampliarlo en papel y ponerlo como póster en su casa? Solo una persona estúpida podría pensar que la foto se hace sin ánimos de intimidar.

Y, por el otro lado, los areneros son iguales de prepotentes. Porque en esa jornada de limpieza, los areneros acusaban a los jóvenes farabundistas de secuestradores y asesinos.
Estas conductas apestan. Tanto o más como las calles capitalinas por las que transitaba ayer.
¿Y así queremos construir una democracia sólida? ¿Así pretendemos llegar al desarrollo como país? ¿Así esperamos que crezcan nuestros hijos? ¿Es este el sistema que vamos a heredarles?
Aquí, en este país, se necesita una fuerza política que no sea ARENA ni el FMLN (PCN tampoco, por favor) que vaya mucho más allá del PDC, CD y FDR y que tenga la valentía para arrojarse a la conquista de conciencias, con la suficiente inteligencia para no prometer pajaritos preñados y con la suficiente justicia para no predicar tampoco la perversa teoría del rebalse.

martes, 21 de octubre de 2008

Periodismo sin fronteras

Quien crea que el periodismo se dedica solo a narrar hechos o sucesos se quedó en el pasado. La globalización y la misma evolución de las sociedades ha obligado a que esta profesión también amplíe su abanico de servicios.

Si bien el producto insignia es el reporte de hechos como tal, el periodismo también ofrece y debe ofrecer información relacionada con tendencias, posibilidades y probabilidades. Para dar o generar respuestas que eliminen las dudas, que destruyan las incertidumbres y que crucifiquen al rumor.
El periodismo no solo informa, lo sabemos, también educa (con todo lo que implica este concepto), divierte, genera opinión y crea conciencia.
Por esto es que existen los géneros y cada vez se usa más, con la autoridad derivada de la trayectoria de cada medio y de cada periodista, el periodismo interpretativo: aquel que trabaja con hipótesis, con proyecciones, que toma la realidad como parámetro para consultar especialistas y generar escenarios. Para adelantarse al tiempo.


La ampliación de esta área de influencias no significa, sin embargo, que deba abandonarse “la verdad” como materia prima, y el sentido común como el ADN para concebir el criterio del cual nacerá la importancia y el volumen que se dé a la información.
Y, como gran pegamento de estas y otras cualidades está la Responsabilidad. Y es en esta responsabilidad donde reside gran parte de la esencia cotidiana.
En El Salvador, el momento electoral sirve como crisol para ejercer el periodismo político, una de la ramas más especializadas porque desarrolla todos los sentidos, nutrición crucial para entregar un buen producto.
La campaña es, por lo tanto, una oportunidad de sembrar la Responsabilidad como valor fundamental en cada periodista.
Y ser responsable es tener valentía, justicia, criterio, amplitud de visión, apertura a nuevas ideas y, sobre todo, honestidad para incluir la mayor cantidad de versiones.

Es muy fácil parcializarse, desviarse, perder el balance. Tanto para favorecer al stablishment como para criticarlo.
Conozco periodistas que se arrodillan ante el oficialismo y también a los que se postran ante la oposición.
Se puede lamer la bota izquierda como la bota derecha. Se puede ser besamanos y besaboinas.
Conozco otros periodistas que usan la profesión para echarse flores, para cultivar su soberbia, para alimentar su voraz ego, para demostrar que saben mucho, para lucrarse, para tratar de imponer visiones y opiniones a sus fuentes... hacen preguntas que más huelen a trampa, diseñadas no para extraer información de interés público sino para confundir al entrevistado. Y todo con el único fin de hacer valer la postura personal o institucional de su medio.
Son periodistas carniceros estos últimos, que tejen y tejen sus cuestionarios sin pensar en los lectores o las audiencias.
Estos periodistas también tienen el desafío de reducir la imparcialidad.
Al final de cuentas, el poder que por necesidad de informarse nos otorga la sociedad debe ser asumido con la mayor de las responsabilidades.
Siempre he sostenido que hacer periodismo se compara a hacer comida para bebés. De la calidad dependerá que los bebés no se enfermen, que no mueran.
De esa calidad dependerá también que estos niños crezcan sanos y se desarrollen.
Nosotros, los periodistas, alimentamos a la población y por efecto a la democracia. ¿Qué tipo de comida vamos a darle?
¿Seremos apóstoles del evangelio del odio, del miedo, de la intransigencia?
¿Estamos dispuestos a ser cómplices de los que mienten para ganar o mantener el poder?




Los cambios se logran poco a poco. Primero, dentro de uno mismo.

lunes, 20 de octubre de 2008

La compra de los camioncitos chinos fue una mala decisión edilicia

Sacar el tema ahora no es favorecer la campaña de algún partido político, como opinan algunos, sino un simple y válido ejercicio periodístico que sucede cuando están por finalizar las gestiones de gobiernos centrales, legislativos o edilicios

La alcaldía de San Salvador cometió un gran error cuando compró los camiones chinos en julio de 2006.
En la transacción de los camiones que compró la comuna hay muchas cosas escondidas. He aquí los hechos, que conozco muy bien por haber estado inmerso en las investigaciones periodísticas que se dieron desde esa fecha:

* En julio de 2006 la alcaldía decretó emergencia porque no se daba abasto para recolectar la basura.

* La declaratoria de emergencia le permitía comprar sin pasar por el filtro de las licitaciones.

* La alcaldía declaró que había tal necesidad y le dio el contrato de compra a la empresa de un ciudadano chino: Golden Will Limited Corporation.

* El ciudadano chino se llama Bo Yang y era el propietario de un restaurante que estaba detrás del Hotel Real Intercontinental (que por cierto sufrió pérdidas casi totales en un incendio) de acuerdo a cierta información no comprobada.

* Otras informaciones no comprobables indican que Bo Yang también era el contacto entre el FMLN y la República Popular de China para donativos para la campaña electoral de 1994 y 1999.

* La alcaldía de San Salvador dijo que la empresa Golden Will daría la garantía por los camiones.

* La alcaldía no quiso revelar el monto por el que habían comprado los camiones.

* A pesar de la emergencia, los camiones vinieron hasta tres meses después. La explicación de la comuna capitalina es que el barco que los traía había encallado en México.

* Cuando los camiones vinieron hubo extrañeza, tanto por la tardanza como porque eran muy pequeños. Y a todas luces no iban a dar abasto para saldar la demanda.

* Como eran más pequeños, los camiones tenían que hacer más viajes a Nejapa, donde depositaban los desechos.

* Aparte, más viajes significaban un mayor uso y, por lo tanto, un más rápido deterioro.

* Los empleados recolectores de basura comenzaron a quejarse porque su jornada laboral era más trabajosa.

* La alcaldía no reveló que a los pocos días comenzaron a dañarse los camiones. Periodistas de El Diario de Hoy tuvieron que hacer peripecias para lograr imágenes de los predios donde estaban los novísimos vehículos.

* Como los camiones no daban abasto para recolectar la basura, se creó una planta de transferencia hasta donde llevaban los desechos. Y desde ahí, la empresa Mides llevaba la basura hasta el relleno sanitario.

* El Diario de Hoy comenzó a investigar el respaldo que tenían los camiones. Y se contactó a Bo Yang.

* El empresario fue muy escurridizo y no quiso revelar datos de su empresa como la ubicación, por ejemplo.

* Investigaciones de El Diario de Hoy dieron con la dirección. La casa donde estaba la supuesta Corporación dejaba mucho qué desear.

* Se volvió a indagar sobre el sitio donde estaba el stock de repuestos para los camiones y la referencia fue que en una casa de la colonia Luz, en San Salvador.

* Varios periodistas fueron asignados a la cobertura in situ y lo que se descubrió fue que no existía tal lugar.

* En noviembre de 2006, pocos meses después de haber llegado al país los camiones, un concejal capitalino admitió que varios camiones se habían arruinado.

* La alcaldía informó que la garantía que había dado la empresa era de un año.


Esto es lo que ha pasado con los camiones chinos. Una decisión errada en la que se gastó casi un millón y medio de dólares, que se hizo sin pasar por una licitación.

viernes, 17 de octubre de 2008

Cheyo unifica más que Rodrigo y Mauricio


En este país, Cheyo Quintanilla es capaz de unir a los más recalcitrantes efemelenistas y a los más extremistas areneros en torno a un tema: el fútbol.
La selección nacional, con todo y lo mal que juega (no nos hagamos los tontos) tiene lo que ningún partido o político han logrado: el pegamento social para juntar a enemigos y amigos.
¡Qué triste! Que en torno al fútbol este país se ponga a rezar (o a apretar) junto, unido, y alrededor de los temas de nación, del futuro de nuestros hijos, del desarrollo de nuestra democracia estemos mordiéndonos como perros en pelea.
No culpo a la Selecta. Al contrario, es una felicitación. Lo deplorable es que en aspectos más vitales los salvadoreños andemos disparados, en bandos, en clanes adversarios. Polarizados. Considerando como enemigo al que no piensa como nosotros.
¿Y esto quién lo ha provocado? Los dirigentes, los líderes que ahora andan pidiendo el voto para ocupar los cargos públicos y desde ahí “trabajar fuerte para hacer que El Salvador sea un país de oportunidades, donde haya justicia social, que sea más humano, más justo... que ahora por fin cambie”. ¡Por Dios! Las mismas patrañas de siempre.
Los dirigentes izquierdistas, sobre todo del FMLN, han predicado el odio desde que bajaron de la montaña. Cuando comenzaron a bañarse y a usar desodorante –como dijo un columnista recién– el enemigo ya no fue la oligarquía o el imperialismo: fueron los gobiernos areneros, los empresarios, todo aquel que tuviera un relativo éxito en su carrera o en su vida.
Y los areneros, igual. Mantuvieron el miedo como principal arma electoral para asustar a los salvadoreños. Y no es que los efemelenistas no dieran miedo, que lo dan todavía, sino que ARENA se encargó de meter en el mismo caldero a todo aquel que pensara distinto. ARENA misma ha colaborado en derrumbar cualquier intento de crear un nuevo partido de izquierda pensante, la misma izquierda que, con la otra cara (o máscara) pide a los cuatro vientos para cederle el poder.


Para los areneros, todos los que no pensaran como ellos eran comunistas. Y, como tal, enemigos del desarrollo. ¡Qué miopes han sido! Ahora están por pagar las consecuencias.
Y los ex terroristas, por su lado, se vistieron con piel de oveja y comenzaron a mentir. Le dijeron al pueblo que habían cambiado, que ahora ya eran democráticos, que creían en el sistema de valores y, por la espalda, el puñal: a las bases retrógradas les alimentan el odio contra Estados Unidos, contra los ricos, contra los que tienen algo... contra todos los que no sean como ellos.


Como que para ser buen salvadoreño fuera necesario ser mediocre, cholero, maleducado, resentido social... ¡y pobre! ¿O sea que aquí hay que ser pobre para ser bueno? ¡Qué estupidez!
Y en el centro, los políticos menos extremistas, o están muy viejitos o no tienen la suficiente entereza para construir algo sólido, una verdadera opción. Las marcas cuestan mucho trabajo hacerlas crecer; no es que de la noche a la mañana los micropartidos van a ser fuertes.
Y con tantas predicaciones de rivalidad ¿todavía nos preguntamos el por qué de la polarización?
Hacen falta líderes, en ambas formaciones políticas mayoritarias, que tengan el coraje, la valentía y la inteligencia para decir “Basta” a los poderes tradicionales enquistados en las cúpulas.
Y a los líderes de la sociedad les hace falta valor y decisión para lanzarse a conquistar el poder.
Un primer paso podría ser una reforma constitucional para que las candidaturas a los cargos públicos no se inscriban solo desde los partidos políticos.
De otra manera, la única vez que pensaremos en El Salvador será cuando juegue la Selección.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Hora de ser humanos


Tras la violenta sacudida de la economía, la amenaza del oro negro, el peligro de los mesías-dictadores y el fracaso de la perversa teoría del rebalse, la sociedad debe transitar hacia una nueva conciencia. La conciencia del hombre como centro de todo interés.
El ser humano como tal, en toda su complejidad, con sus temores y alegrías, desaciertos y aspiraciones, oscuridades y destellos debe convertirse en el centro del nuevo interés mundial.
Llega el momento en que el humano debe dejar de ser una herramienta de productividad, abandonar el claustro de la moderna esclavitud y sobreponerse, en vanguardia, como individuo. Como entidad pensante, inteligente, privilegiada sobre las demás criaturas... incluyendo al hombre mismo que no evoluciona.
La conciencia del humano despierta para derrotar al capital, para doblegarlo y convertirlo en una herramienta hacia la felicidad y no como finalidad de nuestra existencia.
Nace, o debe nacer, por ebullición impostergable, el nuevo hombre. Pero no el nuevo hombre que utilizan como estandarte los mentirosos de socialismo; sino el ser que busque, que mire hacia arriba, que deje de centrar su vida en las adquisiciones. Que viva con intensidad cada etapa de su paso por la Tierra.


El Salvador, campo fértil de ambiciones y caldo idóneo para cultivar tristezas, atraviesa en estos días otro puente decisivo.
Hacia 2009, con una campaña política retumbando los motores, es momento de hacer un alto. Reflexionar. Motivarnos a un profundo análisis sobre nuestras aspiraciones; y traducir tales deseos en ferviente petición hacia quienes buscan conducir los destinos de nuestro país.
Elevar las discusiones al umbral de los argumentos. Exigir con paz que ya no se piense en nosotros como simples votos. Lanzar voces de armonía para que impere el deseo de construir una nueva patria.
Una nueva patria donde gobierne la “humanocracia”, donde los colores partidarios tengan un sentido de virtud y podamos dibujar con ellos la acuarela de nuestro futuro.
Una patria, en fin, donde cada salvadoreño pueda sembrar esperanzas para cosechar espiritualidad. Es posible.

Un aplauso para la PNC

No pude menos que sentirme orgulloso de la Policía cuando me di cuenta que un grupo élite de la corporación se había agarrado a balazos con cinco delincuentes, miembros a todas luces del crimen organizado.
Y cuatro de los delincuentes murieron.
¡Qué alivio saber que decenas de personas no morirán a manos de estos criminales!
Esto es un triunfo de la sociedad que se debe reconocer. No sólo aporrear a la PNC por los desaciertos que tiene. También, como salvadoreños y ciudadanos de honor, debemos dar palmadas en la espalda cuando se lo merecen las autoridades.
Y que sigan estos operativos; porque la población ya está cansada de tanto criminal. Y es justo que, de vez en cuando, estas acciones policiales vengan a calmar un poco la incertidumbre de la gente.
Un aplauso para la PNC y los deseos de que cada vez mejores en sus acciones.
Sin embargo, siempre hay un pelo en la sopa. Y esta vez se trata de la decisión de un tribunal de apelaciones que ordena que a un borracho se le paguen 24 mil dólares después que, aparte de usar vehículos de la institución a la que pertenece, se fue a estrellas contra un muro por andar bolito y arruinó la camioneta que tenía asignada.

martes, 14 de octubre de 2008

Eficiencia y burocracia: agua y aceite

Los gobernantes deben entender que mientras los empleados públicos no trabajen como en una empresa privada, la sociedad siempre estará descontenta con el sistema. Y eso puede ser peligroso para el sistema democrático


En nuestro medio, el empleado público es sinónimo de holgazanería, de buenas prestaciones y de flojera para avanzar en su vida como ser humano.
Son comunes las estampas de los “lics” que se nos vienen a la mente: un tipo medio calvo, de lentes, edad media (en todo el sentido de la palabra), barriguita de bolito de viernes, corbata con prensador, camisa desgastada, zapatos con suela de goma, calcetines blancos y, naturalmente, el infaltable reloj.
Esos son nuestros servidores públicos. Los que ejecutan las acciones y programas que emanan desde las esferas de poder de los gobiernos.
Ellos son los que vuelven realidad lo que los altos jerarcas prometen y debido a sus actitudes y conductas es que mucha gente en El Salvador ya está desencantada con todo, todo, lo que huela a “stablishment”
Gran parte del rechazo que siente la sociedad se deriva de las formas y los tratos que los empleados públicos ofrecen.
Porque el aparataje estatal vive en otra época, se guía por otro concepto de tiempo y en su diccionario no existe la palabra “Eficiencia”.
Viven en una cultura productiva donde el crecimiento individual no es parte de las aspiraciones cotidianas.
En El Salvador, para decirlo en otras palabras, la maquinaria pública trabaja como en el más oscurantista modelo del comunismo. Nadie quiere llegar más allá.
Por ejemplo, no se notan mayores aspiraciones en los individuos. Tampoco un interés real de ayudar a los que llegan a sus instituciones. Son seres que se apagan profesionalmente, y hasta su conducta pareciera de autómata.
Podría ser que la raíz del mal esté en el sistema mismo, que lobotomiza a los individuos y los vuelve parte de un rebaño decadente.
¿Y por qué tienen que trabajar menos que en la empresa privada? ¿Por no “explotarlos”? ¿Para que no se cansen y provean un mejor servicio? ¿Por qué no aplicarles los mismos mecanismos de supervisión que en cualquier empresa exitosa? ¿Y si se les brinda una bonificación por metas alcanzadas? ¿Y si se les presiona para que trabajen más?¿Acaso es algo a lo que debemos resignarnos para siempre?
Los políticos y los técnicos en el gobierno deben entender que de los empleados públicos depende la eficacia con que se ejecuten los programas de gobierno.
De poco o nada sirven las toneladas de dinero que se invierte en campañas publicitarias gubernamentales si no se capacita y supervisa a los últimos en la línea de acción.
Y esta es una de las cosas de sentido común que pareciera no importarle a nuestros gobernantes. Los programas pueden ser buenos, pero si seguimos con esta clase de empleados públicos, el desaliento de la población será siempre alto. Y los costos... nos vemos en 2009.

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Hace algunos meses tuve una experiencia que bien puede servir de ejemplo: En mi declaración de renta había un número de cuenta equivocado por el cual no me habían regresado el depósito desde hacía dos o tres periodos fiscales.
Cuando traté de ver qué sucedía, pasé un infierno para averiguarlo por teléfono. Sistema saturado, a pesar de la algarabía publicitaria que habían montado. Cuando por fin logré hablar con alguien, el empleado me dijo que, en efecto, nada se podía hacer si no llenaba una nueva forma para que se corrigiera el problema.
Cuando lo hice, me dijeron que regresara a la semana siguiente.
Regresé en el periodo estipulado a eso de las 11.30 a.m.
Y sucedió lo siguiente: el guardia me entretuvo antes de entrar al parqueo, tratándome como si hubiera llegado a pedirle dinero regalado.
Luego, tuve que ir y pasar por una puerta de las Tres Torres donde otro guardia, igual de “amable”, me indicó dónde estaba el edificio al cual debía yo dirigirme.
Le hice caso. 11.40 de la mañana. A la entrada del edificio me detuvo otro guardia.
—¿Y para dónde va?.
—A retirar un cheque de la devolución de renta.
—Entonces pase a ese escritorio para que le digan dónde es.
Llegué al escritorio y la secretaria hablaba por teléfono. Hizo una mueca de descontento al notar mi presencia y, a regañadientes, me atendió.
Me dijo que la oficina en cuestión quedaba en la segunda planta. 11.50. Subí. Y a la entrada de la oficina, otro guardia:
—¿Qué se le ofrece?
—Vengo a retirar un cheque.
—Ah, no, ya se fueron.
—¿Cómo que ya se fueron, si no son las 12?
—No sé.
—Mire ¿y no hay alguien que me pueda ayudar?
—No sé. Tal vez el licenciado.
—¿Y quién es el licenciado?
—Ah, ese que está ahí.
Volví a ver y el susodicho licenciado, al notar mi presencia, se hizo el maje (así, con toda la palabra), se levantó de su escritorio y se dirigió a otra puerta.
Traté de salirle al paso y, como estaba yo más cerca de la puerta, no tuvo otro remedio que toparse conmigo.
—Buenas.
—¿Sí? (con una cara como que le hubiera llegado a pedir dinero regalado)
—Mire, me dicen que usted me puede ayudar con el trámite de un cheque.
—¿Y de qué es el cheque?
—De la renta.
Volvió a ver su reloj. Faltaban varios minutos para las 12.
—Ya es hora de irme a almorzar. Regrese a la una de la tarde.
—Pero si no son las 12 aún.
—Pero ya es mi hora de salir.
Se dio la vuelta y tuve que salir.
Cuando regresé. Lo mismo de los guardias, pero esta vez me tocó esperar. Cuando por fin llegué donde el licenciado, me vio con cara de robot. Tomó mis documentos y empezó a teclear en la computadora.
Después me dijo que esperara. Cuando me llamó me dijo: “Tiene que regresar otro día para que le demos el cheque”.
Exasperado, le dije que cómo era posible, que había llegado y no me habían atendido, y que además yo también trabajo.
No tuve opción. Llegué al día siguiente. Me dieron el cheque, me hicieron llenar otras formas hasta que por fin salí de aquella oficina.
Fui al banco que está dentro de las instalaciones. La chica tras el vidrio vio el cheque, me volvió a ver y sonrió.
—Muy bien señor, de a cómo los quiere.
—Como sea.
—Contó dos veces el dinero y me entregó los seis dólares. Sí, los seis dólares que, por honor, decidí retirar para no regalárselos a este sistema de mediocres.

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Cuando me dirigía hacia el parqueo me asaltó el siguiente pensamiento. “Ojalá y ganen los del FMLN”.
El diablillo del hombro derecho me hizo caer en otra reflexión: “¿Y crees que serían mejor los del FMLN?”.
Tuve que sucumbir ante la aplastante lógica: “Estos por lo menos no son resentidos sociales”, me dije para mis adentros, mientras otros licenciados se encaminaban hacia su almuerzo. Caminaban como robots.

lunes, 13 de octubre de 2008

Infiltración, la nueva estrategia


Reza un dicho: “Si no puedes contra ellos, úneteles”. Eso es lo que ha hecho Arturo Zablah en ARENA y creería que varias personas dentro del FMLN aunque por ahora sean una especie de “durmientes”. Aprovechar las marcas políticas bien cimentadas para lanzar a la población argumentos sólidos y modernos.
De otra manera, se corre el descomunal riesgo de ser siempre un enano, un micropartido, como ha sucedido con Cambio Democrático y sus anteriores nombres. Y como puede pasar con el FDR si no se cobija de manera inteligente y soberana en la sombrilla de los grandes.
Los políticos pensantes ya saben que entre 2009 y 2014 van a suceder grandes cambios en el entorno salvadoreño.
Si pierde el FMLN la izquierda se va a recomponer para tratar de ser una opción viable para las presidenciales que vendrán dentro de seis años. Habrá fracasado la receta radical y, a menos que sean masoquistas, buscarán otros liderazgos.
Y si pierde ARENA (el triunfo no es automático con la llegada de Zablah), la derecha se va a conjugar alrededor de un nuevo partido o de una nueva envoltura para dar al país otra posibilidad para 2014.
Porque en estas lides da la impresión que los partidos de la llamada “derecha” son más hábiles para evolucionar.
Es en estas transformaciones donde los socialdemócratas o los de “centro derecha” deben aprovechar para meterse al ruedo con firmeza. Usar el nombre de las instituciones políticas ya formadas y tratar de innovar desde dentro.
Porque si estamos esperando a que el pueblo, la inmensa mayoría, adopte una cultura política de primer mundo (o de segundo, por lo menos) por obra y gracias del Cielo, pasará demasiado tiempo y las inconformidades del populacho pueden derivar en la llegada de mesiánicos o dictadorzuelos.
Ahora, también hay que aclarar que no se trata de ser lamesuelas y vividores. Se trata de tener personalidad propia, de que la gente vaya identificando los liderazgos dentro de la masa política o, si se es partido aliado, que la ciudadanía vea la diferencia. Que se haga entender que se está junto pero no revuelto. Que son partidos facilitadores y no partidos prostituidos.
Se debe dar personalidad propia a los partidos en la construcción y defensa de un sistema democrático sólido, fuerte, donde los librepensadores no sean catalogados como herejes. Donde impere el pensamiento positivo, la sana crítica y el deseo ferviente de hacer un mejor país. Donde se deje atrás el ganguerismo, la animalada, la astucia perversa.
Y a los líderes recién llegados se les invita a ser inteligentes, ganar terreno, no pelearse hoy mismo con la cocinera. Construir primero sus fortalezas (no sus clanes) y después, de manera amigable, invitar a los retrógrados a evolucionar o a dar un paso al costado.

domingo, 12 de octubre de 2008

Los borregos, al corral


Al ver la lista de candidatos de ARENA a la Asamblea Legislativa una pregunta vino a mi mente: ¿Y con esta gente esperan que el pueblo les crea que se están renovando? Mi cabeza se movió hacia los lados de manera instintiva


El momento político actual está lleno de promesas. Se promete mejorar la capacidad adquisitiva de los salvadoreños, evitar la corrupción, mejorar el agro, construir hospitales, edificar escuelas, mejorar carreteras y muchas otras cosas más.
Pero no se ha dicho una palabra sobre algo crucial: que los diputados tengan conciencia propia. Que voten en la Asamblea Legislativa por lo que realmente quieren votar. Como lo hacen otros diputados en otros países.
Al momento de escribir este artículo aún está hablándole a la Asamblea general el presidente de ARENA, Rodrigo Ávila. Les habla de un gobierno ciudadano; les recuerda (no sé por qué, en realidad) que su partido fue el que propició la firma de la Paz, que ARENA nació para defender la patria y cosas por el estilo.
Acaban de aprobar en ARENA la nómina de los que competirán para una curul en el Congreso. Pocas novedades. Las caras nuevas (?): Rodrigo Samayoa, Mario Valiente, Margarita Escobar y David Reyes son de los más conocidos.
¿Y de las conciencias? Nada. Volverán a ser los mismos “borregos” de siempre. Los que siempre dicen sí a lo que emana o del Coena o de Casa Presidencial. Porque al que se opone le cortan la cabeza, lo “mandan al exilio” o simplemente lo ignoran y le quitan las jinetas en la plaza pública.
Y no solo en ARENA. En el FMLN es igual. Y en el PDC también; ya no se diga en el PCN. Todos, todos, son borregos, obedientes. Porque así conservan los puestos; así siguen mordiendo el hueso y mamando la teta del estado.
De nuevo ¿y las conciencias? ¿Y sus representados? A lo sumo, lo que hace la mayoría de diputados por su pueblo es regalarles balones de fútbol, implementos deportivos, dinero para las fiestas patronales, fondos para las fiestecitas de la escuela; o les ayudan, a lo sumo, a conseguir que les reparen una calle.
El sistema, como está, apesta. Creo que es momento de cambiar el mecanismo de elección de candidatos. O de abrirse desde las dirigencias partidarias para que cada legislador vote por lo que su conciencia le dicta. ¿O será que hemos llegado al extremo que las conciencias están apagadas?
Debería eliminarse el patético requisito de que solo los partidos pueden proponer las ternas para candidaturas. Y, al tiempo, llamar a especialistas para crear un nuevo método, de tal manera que tampoco se vuelva changoneta y hasta los bolitos de la esquina se lancen a tan importante cargo.
Importante cargo porque de la Asamblea salen las leyes que dirigen nuestra forma de vida. Pero hasta ahora, a lo que representan los diputados no es al pueblo, sino a los poderes que ponen a quienes conforman las dirigencias partidarias.

viernes, 10 de octubre de 2008

Uno que hable y el otro que sonría

Con la definición de la fórmula arenera se han calmado las ansiedades internas partidarias, se ha provocado prurito en el FMLN y se le ha dado de qué hablar a los que siempre hablamos de cosas políticas.
Porque al pueblo francamente no creo que le importe tanto.
Sin importar esto último, una cosa está clara: cada uno de los dos candidatos tiene su lugar dentro de la campaña proselitista.

Rodrigo Ávila deberá poner la cara para las cámaras, abrazar a los niños y las viejitas (las señoras ya no se diga, y ellas lo recibirán con mucho gusto), apretar las manos de los jóvenes y adultos y saludar a todo el que se le ponga enfrente.
Pero que no se le ocurra hablar más de lo indispensable.
Y el otro candidato, Arturo Zablah, que no intente abrazar chiquillos porque puede provocarlos a correr por creer que el señor los va a regañar. Las señoras no creo que se dejen abrazar (las viejitas tal vez) y a los jóvenes y adultos que los salude de lejos.
Cuestiones de carisma.

Pero , por favor, a Arturo Zablah hay que ponerlo a hablar todo lo que quiera. Que sea él quien explique el plan de gobierno; que él se encargue de convencer a decididos e indecisos; que él se enfrente a los detractores.
Porque Zablah sí es un pico de oro (no como los mequetrefes de uno de mis artículos de este blog) y tiene en su vocabulario el principal aliado de la aguda mente que le caracteriza.
Ya dejó la marca. Conciso, preciso, punzante. Lo puso en evidencia la noche del jueves, cuando fue presentado ante los periodistas. Tiene un aplomo tal que dudo mucho que algún entrevistador lo ponga en aprietos. Entrevistador o ex entrevistador.
Se deberá poner especial atención, sin embargo, en que su discurso no opaque la presencia de Rodrigo Ávila, porque si bien las palabras ganan votos, también los consiguen las “caras bonitas” (uso tales términos por mera jerga política, por favor).
Cada uno, entonces, a lo suyo.
Y, por favor, los seudoexpertos en hablar ante la gente háganse a un lado, ya pasó su momento. Ahora es el momento de Zablah. No estorben.

jueves, 9 de octubre de 2008

Vaya ¡qué sorpresa!


Con Arturo Zablah ya definido sería interesante ver un debate en conjunto de ambas fórmulas presidenciales. ¿Se atreverá? El país se lo merece

Pasó lo que ya se sabía. Lo que todo el mundo decía, pero que pocos nos atrevimos a dar por sentado. Y no lo hicimos por respeto mínimo al método periodístico.
La liebre ya saltó y se llama Arturo Zablah, el candidato a la vicepresidencia más famoso de toda la historia de El Salvador.
Una precandidatura fabricada por los medios de comunicación que, sin embargo, traerá importantes réditos a la fórmula de ARENA.
Más allá de si es bueno o no es bueno, de si es rebelde o no es rebelde, de si se le va a echar para atrás o no antes de marzo a Rodrigo Ávila, o que si los amigos de infancia del candidato arenero lo van a dejar solo, que si Tony Saca ganó el pulso y puso a los dos candidatos... que si la “turcada” se salió con la suya... más allá de todo esto, lo importante es que el panorama ya se aclaró.
Ya “se decidió” Rodrigo Ávila y lo que ahora resta es trabajar.
Pero también hay que conocer los acuerdos a los que llegó la pareja arenera. ¿Qué se le ofreció a Zablah y hasta dónde va a llegar su margen de acción?
No porque seamos metidos. Se trata de que como salvadoreños, y votantes, nos merecemos respuestas a estas preguntas.
Porque de ahí dependerá la intención de voto de muchos.
Y, sobre todo, porque pocos, muy pocos salvadoreños conocen a Arturo Zablah.
Porque antes de hace un año y medio, por ejemplo, la gente ni siquiera sabía quién era. Ahora los medios lo hicieron famoso. Y está bien. Es parte del juego democrático.
No dudo de su agudo sentido político. Lo he entrevistado un par de veces y me parece una persona valiosa para estar en el concierto partidario. Sus respuestas en las entrevistas me han sembrado la sensación de que es una persona sensible con los problemas de la sociedad, pragmática con las soluciones a ofrecer y visionaria cuando de armar un mapa de ruta se trata.
Pero eso es en las entrevistas. Ahora falta ver si va a poder ejecutar lo que piensa y opina. Si se le va a dar espacio para que tome decisiones y si le van a hacer caso.
Imagino que todo eso ya se puso sobre la mesa. Y si aceptó la candidatura a un puesto que por tradición es medio de adorno (con la salvedad de la actual vicepresidenta) es porque cree lo que le ofrecieron.
Veremos en los próximos días cómo se comporta. Porque una cosa es dar entrevistas con análisis sobre la situación del país y otra es proponer un programa en conjunto.
Malas leches y lamesuelas habrá por doquier. No importa. Siempre pasa. Hay cheer leaders, sobalevas y enemigos gratuitos.
Lo esencial es que este país se le ofrezcan nuevas cosas, de verdad, nuevos conceptos de gobierno, y no solo caras para alcanzar al adversario en las encuestas.
Ahora, sería interesante ver un debate entre Arturo Zablah y Salvador Sánchez Cerén. Quizás llama un poco más la atención que un debate entre los candidatos a la presidencia.
O, mejor aún, uno doble.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Humo casi blanco

Sería de ignorantes pensar que la figura del candidato a vicepresidente es la que dará el triunfo a Rodrigo Ávila. Hay muchas otras variables. Pero una cosa es clara: con esta decisión demostrará de qué madera está hecho.


Entre hoy y el domingo, Rodrigo Ávila se va a decidir por su compañero de fórmula. A diferencia de los candidatos anteriores, esta vez el aspirante a vicepresidente tiene una enorme relevancia en la impresión de los votantes: determinará si Rodrigo Ávila va a ser uno más o si se le puede creer que su factible gobierno será un parteaguas entre las gestiones areneras y el rumbo moderno que debe llevar el país.
Los candidatos son tres:
Patricia Figueroa José Ángel Quiroz y Arturo Zablah
Confirmado. No es una especie que se lanza para medir impactos mediáticos.
Creo que con los tres se puede generar una idea de independencia porque no “huelen a Saca”.
Tampoco son areneros camiseta sudada (mucho menos Zablah), casi nadie los conoce y por lo tanto se les puede crear una imagen publicitaria casi partiendo desde cero, que en muchos casos es lo recomendable. No se les conocen pecadillos (por lo menos a dos de ellos, no voy a mencionar el tercero porque no me da la gana).
Y los tres son tecnócratas. Han demostrado con su trabajo en el gobierno que pueden funcionar en el cargo de vicepresidente.
Y, aparte, no tienen punto de comparación con su rival: el ex comandante Salvador Sánchez Cerén.
Ahora bien, como a partir de ahora pueden comenzar a publicarse las ventajas de cada uno, se puede hacer un breve y subjetivo análisis de lo que pueden ser puntos en contra. Para variar.
Estos son los puntos negativos:
Arturo Zablah: Candidato de los masones, apadrinado por el poder “turco” en El Salvador, seguidor de la línea del presidente Antonio Saca. Rebelde sin causa que le puede salir con una “pata más larga que la otra” al candidato Rodrigo Ávila incluso antes de las elecciones. Puede crear un cisma en el gabinete si ganan en 2009 y no le cumplen algún deseo-compromiso.
Patricia Figueroa. Desconocida. Muy técnica. Difícil de “maquillar” para atraer al votante rural. Le costará descender al ruedo donde está la mayoría de votantes: la clase baja.
José Ángel Quiroz: Huele a “Paco Flores”. Es de los mismos de ARENA aunque no sea un camiseta sudada. Es parte de las familias más poderosas del país económicamente hablando. No atraerá el voto femenino. Se puede ver como el representante de los oligarcas.
Por supuesto que cada uno de ellos tienen muchas ventajas a explotar electoralmente. Pero de esas, repito, se encargarán de mencionar otras personas. No este blog.
Lo positivo de su anuncio será que Rodrigo Ávila enviará el mensaje que sabe y puede tomar decisiones a tiempo (si no lo hace el domingo pagaría costos extra por indeciso... cuando debe demostrar lo contrario), que su apuesta de gobierno es creíble y que quiere poner gente por su perfil y no por su militancia.
Ganará Rodrigo Ávila la presidencia con alguno de estos personajes. Eso es material para otro artículo.

martes, 7 de octubre de 2008

¿Y los partidos enanos?


Está bien, lo acepto: partidos minoritarios. Aquellos que apenas pueden sobrevivir en las elecciones, y que en las pasadas presidenciales tuvieron que recibir el salvataje de la Corte Suprema para no desaparecer. Esos partiditos. Esos ninguneados tienen tanta importancia para la democracia que lo menos que puede hacerse con ellos es guardarles respeto.
Y por ese mismo respeto es que hay que decirles un par de cosas.
La sola presencia del PCN y el PDC favorece un sistema de contrapesos que en algo ayuda a controlar la polarización entre los rotweiller.
Por mucho que se les achaque los desaciertos de sus administraciones en el Ejecutivo, los azules y los verdes tienen un puesto ganado en el concierto de las formaciones salvadoreñas.
Y entonces si son tan importantes ¿por qué nadie les para bola? Creo que es por cuestión de cultura política. Porque los salvadoreños, por tradición y costumbre, siempre quieren estar a la sombra del ganador; son poco atrevidos.
Si el salvadoreño fuera atrevido, y no comodón, tendríamos un “centro político fuerte”; una tercera fuerza que en cada elección podría moverse a uno y otro lado del espectro: una vez sería el PCN, otra el PDC, otra el FDR, y tal vez hasta ARENA o el FMLN.
Pero no. Ahora la gran mayoría de salvadoreños está entre votar por los tricolor o por los rojos para las presidenciales, con tal de no desperdiciar el sufragio.
Sin embargo, la culpa de esta desidia cívica no es responsabilidad total de los ciudadanos; es culpa principal de los mismos partidos, que no han sabido reinventarse, que mantienen los mismos dirigentes y, peor aún, las mismas mañas.
Y así, claro, todos los que votan por ARENA no le darán su confianza al PCN porque saben que es lo mismo; porque sospechan que algo se trae entre manos Conciliación Nacional cuando somete su voluntad a los designios de la agenda del partido oficialista.
Igual sucede con la Democracia Cristiana. Pocas veces se observa una oposición férrea a los proyectos de decreto que emanan de Casa Presidencial. Aunque, para ser justos, hay que decir que no siempre sucede esto: a veces tanto pecenistas como pedecistas defienden su independencia y buscan beneficios para algunos sectores... pero esto sucede muy poco.
Y en el caso de Cambio Democrático, ya se sabe que es el aliado natural del FMLN. Lo mismo que podría suceder con el FDR.
Si bien la política democrática legislativa se basa en las negociaciones, hace falta transparencia y sentido común para que las decisioens sean adoptadas por las grandes mayorías de la población.
Mientras no se conduzcan esfuerzos para crear una tercera fuerza que pueda optar a la Presidencia del país, seguiremos sumidos entre areneros y farabundistas.
Hay quienes dirán, con cierta razón: “¡Dios guarde ¿el PCN o el PDC en la presidencia del país?!” Está bien, lo acepto. Pero ¿acaso tenemos que conformarnos con lo que tenemos? Yo creo que no. ¿Y usted? ¿Se atreve?
Un primer paso puede ser distribuir el poder legislativo, para que ARENA y el FMLN no se lleven la parte más grande del pastel.
Usted vote por quien quiera, que es su sagrado derecho. Pero hágalo con el cerebro, no con el hígado, mucho menos con el sitio donde van a parar todos los temores.

lunes, 6 de octubre de 2008

No era títere, es cómplice


El cuento de las siete cabritas tiene más que nunca gran validez en nuestro entorno electoral.
Porque la facilidad con que Mauricio Funes, el candidato de los farabundistas, ha cambiado del discurso inicial para adoptar el de los dirigentes de su partido es pasmosa.
Muchas han sido ya las veces en las que la cúpula ha salido al paso de las declaraciones del candidato que iban contra la disciplina y tradición radicales, y otras tantas las veces que Funes ha callado y no ha replicado, que lo menos que puede sentirse es sospecha.
Sospecha de que están de acuerdo en mantener dos discursos: uno para los incautos y otro para los resentidos sociales.
Al final de cuentas Funes y los dirigentes están de acuerdo.
Aquello de las moderaciones eran cachetadas de payaso porque lo que se impone es el sentimiento en común. No hay diferencia sustancial, de fondo, entre lo que quiere hacer Funes y lo que quiere hacer el FMLN. Lo único que puede ser distinto son los tiempos para hacerlo.
Aunque, por supuesto, también tratan de aprovecharse el uno del otro, algo que es normal y válido en las turbulentas y nunca bien intencionadas relaciones políticas.
Ahora bien, de regreso a lo de las siete cabritas, es impresionante la manera de mentir de Funes. Es un tipo descarado.
Ayer dijo que él nunca le ha puesto trabas a los periodistas, después de que en el informe preliminar la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) exhorte a una mayor apertura al FMLN para los medios de comunicación.
Ahora Funes se hace el desentendido después de todo lo que ha hecho.
Porque ha sido él quien ha tratado de imponer agenda a los periodistas al decirles que mejor le pregunten sobre su plan de gobierno y otros aspectos y no sobre lo que los periodistas quieran.
Paradójica actitud después de la forma en que él ejercía periodismo y con la cual se ganó el capital político que ahora explota.
Aparte, el candidato de los rojos es un tipo que no responde a ciertas preguntas, sobre todo aquellas que le pueden evidenciar la falsedad del discurso que dirige a los votantes indecisos.
No ha querido, por ejemplo, decidirse sobre si Fidel Castro es o no un dictador; tampoco ha querido comentar con firmeza y profundidad sobre los ataques a la democracia que ha hecho el presidente Hugo Chávez en Venezuela.
Funes, para este último caso, se escuda en que las decisiones chavistas son soberanas. Como que se le estuviera preguntando para que Chávez las cambie.
Se le pregunta porque la gente tiene derecho a saber lo que opina un candidato que tiene fuertes posibilidades de ganar la presidencia en 2009.
Se le pregunta para que la gente se forme opinión sobre el candidato.
Se le pregunta con la misma insistencia con que él lo hacía con sus invitados. Y ahora se comporta como los que siempre criticó.
También Funes, el mismo que ahora dice que no ha obstruido el trabajo de los periodistas, es el que ha desmentido publicaciones ¡cuando incluso se han hecho públicas las grabaciones de sus palabras! Eso pasó en el tema del aborto y el apoyo a la salud sexual reproductiva, entre otros.
También tenemos grabado cuando dijo que los medios, y no ARENA, son los enemigos del FMLN. ¡Y después salió desmintiéndolo, con la desfachatez de decir que él había dicho que “parecía que los medios eran adversarios y no ARENA!
Quien escribe esto escuchó una y otra vez la grabación sobre este último aspecto, para estar seguro sobre lo que se iba a publicar, para no sacar de contexto las palabras del candidato.
Lo sigo reafirmando, Mauricio Funes dijo en Santa Ana, ante un grupo de estudiantes, que los medios son los enemigos del FMLN y no ARENA.
Claro, después de la andanada de críticas, intentó revertir su grave error.
Porque se ha vuelto experto en hacer malabares verbales para confundir. Y, cuando no puede, simplemente miente.
¿Y eso no es afectar el trabajo de los periodistas? Que trate de embaucar a otros.
Además, ¿recuerdan cuando dijo que el presidente de la ANEP, Federico Colorado, era uno de los que se beneficiaban de la corrupción para su empresa? Y que luego salió diciendo, cuando se le pidieron pruebas, de que no tenía por qué presentarlas. ¿Y eso es responsabilidad?
La forma de comportarse de Mauricio Funes en el tema de los medios es el mismo que ha hecho su partido, el FMLN, frente a tema electoralmente espinosos.
Es lo mismo que hizo Daniel Ortega en Nicaragua antes de ganar las elecciones: aplicar la guerra del silencio para no quedar en evidencia ante los votantes.
Y ha sido lo mismo, en el fondo, que ha hecho Hugo Chávez para callar las voces que critican su gobierno.
Por eso es que Mauricio Funes no es un títere del FMLN. Es su cómplice.

Decisión primaria

Nunca se puede quedar bien con todos. De tal manera que sea quien sea el candidato a la vicepresidencia, Rodrigo Ávila deberá distanciarse y hasta pelearse con alguno de los grupos de presión. ¡Pero que se defina!

De que a Rodrigo Ávila lo están presionando para que nombre a tal o a cual persona como su candidato a la vicepresidencia no cabe duda alguna.
Los grupos de poder (sí, en plural) que se han acercado al candidato para imponer a su delfín están enfrentados y el aspirante a la presidencia parecería estar en un perverso sandwich, donde cualquier movimiento que haga terminará afectando a uno o a otro.
¿Y mientras eso pasa, qué se le dice al pueblo? ¿Que no hay prisas? ¿Que ya va a estar? ¿Que están analizándolo? ¿Que son tres los de la lista purgada? ¿Que no, que son cuatro?
Por favor, el pueblo no es estúpido. Cualquiera se da cuenta de que no se ha nombrado candidato a la vicepresidencia porque Ávila está decidiéndose a quién va a afectar por fin con su elección.
Porque si bien desea dar la impresión de ser libre, tampoco es tonto como para lanzar a mi primo segundo que vive en las montañas de Polorós.
El tema del vicepresidente, que en campañas anteriores ha pasado en el más vergonzoso de los olvidos, ahora reviste de una especial importancia porque implicará una señal que muchos están esperando.
No es que el vicepresidente vaya a ser una gran figura en el mandato, en caso que gane ARENA, lo cual es posible contrario a lo que muchos piensan, sino que en su elección se verá el grado de independencia de Rodrigo Ávila... de independencia y de inteligencia.
De esa decisión se desprenderá si el candidato arenero hará lo que le dicte su conciencia o si es simplemente un monigote.
El peligro es que el tiro le salga por la culata y aquello de “ser un títere” que se le endilgaba al candidato de los farabundistas se vuelva una escupida hacia arriba.
La decisión primaria de Ávila, por el otro lado, significará otra cosa: la posibilidad de desprenderse del fantasma del continuismo y sentar la base para que la gente crea que la suya es una oferta de cambio real.
Como tampoco se trata de inventarse el agua tibia y de abandonar, por el simple hecho de abandonar, lo que se ha hecho bien en estos gobiernos, la cosa se vuelve peliaguda.
Rodrigo Ávila está entre aceptar o no aceptar la candidatura de Arturo Zablah.
Se dice en ciertos pasillos que a Zablah lo trata de imponer el círculo cercano al presidente Antonio Saca.
Pero también es cierto que Zablah tiene sus atributos que le pueden resultar atractivos a un candidato que lleva una tendencia de despegue de avión de hélice... y monomotor.
Entonces la decisión se vuelve difícil, porque si acepta a Zablah le dejará a algunos sectores la impresión que se dejó torcer el brazo por la argolla presidencial; aunque a otros les parecerá que se decidió por el ex ministro de Economía porque era el que más le puede ayudar a sumar.
Mientras eso sucede... las ansiedades se desbordan.
Mientras eso pasa, las señales que da el candidato son de una indecisión espantosa, de la que sufren quienes no deberían llamarse líderes.
¿Y así espera que la gente le crea el él va a mandar si gana la presidencia? ¿Y así espera conquistar a los votantes indecisos?
Frente a esta situación me pregunto: ¿Que acaso Zablah es el único que puede ser el candidato a vicepresidente? ¿No será acaso un producto de los medios o de agendas escondidas?
Seguramente no es el único candidato, pero como Rodrigo Ávila se ha enconchado y en vez de hablar directo a la población anda más preocupado por aprenderse libretos y opinar y hacer las cosas “by the book”... entonces es que la incertidumbre crece. Y los votos se pierden.
Sugerencia: que tome el liderazgo de una vez por todas, que sea él mismo, que deje de andar prestando tanta atención a los seudoespecialistas en comunicación y que le diga las cosas a la gente como a la gente le gusta: claro y pelado.
Sugerencia 2: que por lo menos dé el perfil de las personas con quienes ha hablado para levantar menos suspicacias.

PD: Por las actitudes del equipo de campaña y del candidato mismo más pareciera que ARENA es la oposición. ¿O es que ya tiraron la toalla y nada más están haciendo la pantomima?

domingo, 5 de octubre de 2008

Politiquillos "pico de oro"


Sin duda alguna, en la tierra de los ciegos el que tiene la suerte de ser tuerto también es rey.
Igual pasa en la política salvadoreña: en un entorno de “mudos”, los que medio pueden hablar son considerados “picos de oro” y catapultados en muchos casos a puestos de poder que no corresponden a sus habilidades. Aunque estos “pico de oro” solo hablen pajas.
A lo largo de mi carrera periodística he conocido a varios de ellos, de izquierda y de derecha, defensores del socialismo y fervientes del capitalismo, demócratas y no demócratas. Y todos comparten una cualidad: son pajeros.
Exceptúo, claro está, a los verdaderos comunicadores… que también los he conocido.
Pero bien, estos “pico de oro” se caracterizan por una tremenda verborrea, por decir muy pero muy poco usando la mayor cantidad de la palabras. Basta un breve análisis a sus discursos para ver un fondo vacío o muy pobre.
A estos los comenzaron a usar, hasta donde yo sé, que es muy reciente, para los mítines. Como políticos de poca monta, tenían que llenar el hambre al populacho con su sarta de palabras. No importaba qué dijeran. O qué no. Lo importante era hablar sin parar. Y, por supuesto, usando palabritas rebuscadas para aparentar: el oropel del verbo.
Esos personajes fueron escalando, se convirtieron en funcionarios y nunca aprendieron a hablar con profundidad; prefirieron siempre la cantidad a la calidad.
Aparte de ser entonados –hay que aceptarlo– tenían otra característica: sabían dónde estar y a qué horas. Construyeron un liderazgo entre los mediocres del verbo y se agenciaron cuotas de poder en los partidos políticos.
Pero cuando la población (de los años noventa hacia el presente) comenzó a tener mayores niveles de estudio, acceso a internet, a la televisión por cable, a revistas especializadas extranjeras, al Wall Street Journal y a otras publicaciones de peso, estos personajes abonaron al desencanto, mayor todavía, por la clase política.
Ha habido esfuerzos para que los expertos en temas que se ofrecen a la población se vuelvan voceros, pero los “pico de oro”, que por lo general también son lamesuelas, se encargan de mantener una argolla donde no muy pocos entran.
Como les han “dado paja” de que hablan bien, se creen propietarios de la llave que permite dejar entrar o no a nuevos políticos ante las pantallas de televisión, o los micrófonos o las páginas de los diarios. Porque “los pico de oro” dictan quién habla y quién no ante los medios.
En la presente campaña política ya se comenzaron a ver. Entre ellos mis famosos “Pericones”, areneros de nueva guardia que se han aprendido un caset y que repiten sin cesar.
Sí, porque eso de aprenderse los caset es parte de su alimento cotidiano: de ahí que en nuestro ambiente suenen tanto los términos de “justicia social”, “defensa de las libertades”, “responsabilidad social”, “sistema democrático”, “juego de pesos y contrapesos” y la tan llevada y traída “institucionalidad”.
Y al analizar las palabras de los “pico de oro” o al hacerles repreguntas se descubre que apenas se aprendieron el término, pero que no les quedó tiempo (?) para aprehender el significado.
Lo triste del caso es que los “pico de oro” no viven solos. Pululan como parásitos y sanguijuelas en las esferas de poder. Para ver qué cachan. Y los poderosos tontos los dejan entrar en las decisiones, les celebran sus tonteras verbales y hasta adoptan su terminología.
Esta campaña se prestará como vitrina para los “pico de oro”, aunque también es una excelente oportunidad para que a estos personajillos de poca monta los manden a casa y se permita que las nuevas generaciones de tecnopolíticos tengan oportunidades para comunicar.

¿Conoce usted "picos de oro"? En los comentarios a esta nota podemos comenzar a hacer una lista.

PD: para mis amables lectores no familiarizados con el término, la verborrea es algo así como una diarrea verbal. Y la diarrea, claro está, no necesita mayores definiciones.

viernes, 3 de octubre de 2008

Las visiones del señor "X"


Muchas cosas se hablan en los pasillos salvadoreños del poder, pero pocas se pueden publicar porque al aplicarles el método periodístico no soportan el mínimo de los exámenes. Es por ello que uso este medio y este estilo.
Asevero que la conversación bajo estas líneas sucedió.



—Fijate —me dijo aquel hombre, grande, sesentón— que yo ya me retiré de eso. Ya di lo que tenía que dar, ya hice lo que tenía que hacer. Me han pagado mal estos cerotes pero así es la vida. Igual, no me arrepiento, porque todo lo hice a conciencia. ¿Y vos crees que esta democracia que vivís fue de gratis? No papito, esta democracia costó sangre.
El hombre “X” maneja su vehículo mientras habla de las peripecias que tuvo que vivir para llegar hasta donde está. De las épocas en las que hablar mal del gobierno implicaba secuestro y capucha, tortura maldita y, con suerte, quedar tirado en el playón.
Con suerte porque los familiares tendrían algo que enterrar.
También me cuenta de las guindas, de las corridas en moto y de las veces que estuvo a punto de morir ametrallado; porque los otros también eran buenos para sudar el gatillo.
Ahora está viejo, resignado a los golpes que ha recibido de la vida sabiendo que él también los dio. Fuertes. Y muchos. “Todo por el país”.
Ese país que ahora, desde el volante forrado de cuero de su carro de lujo se da el lujo de criticar.
—Ahora lo que busco es un lugar para morir bien. ¿sabes lo que es eso?
—Supongo que morir tranquilo.
—Cabal, morir tranquilo.
—Mire, señor “X”, y cómo ve la situación política.
Aquel viejo lobo ya estaba cansado del tema. Se miraba los dedos callosos de vez en cuando como recordando las veces que le tocó usarlos.
—Mirá, de esas cosas a mí no me gusta hablar. ¿Para qué?
—... Es que la democracia...
—Esas son puras pajas, no jodás. Te voy a contar lo que realmente está pasando en el país.
Y el hombre encendió un cigarro, de los fuertes, de los populares. Comenzó su análisis que hasta ahora publico, casi dos años más tarde, porque he visto que sus palabras tenían peso.
El hombre dijo: “Lo que está pasando es que hay un choque de poderes. Pero no creas que de partidos. Esas son las mierdas que le dicen a la gente.
“No, el choque es entre los poderes económicos de este país. El capital criollo contra el capital turco.
“Sucede que a los turcos los tuvieron como comemierdas, como los que les hacían los mandados a los grandes señores de acá. Los despreciaban, los veían de menos. Los insultaban. Pero los turcos, como siempre, no se agüevaron, siguieron trabajando y ahorrando. Ya sabés cómo son esos hijos de puta.
“Esos turcos no se fueron durante la guerra, sino que le hicieron güevos y se fueron a meter a los pueblos, a donde estaba la guerrilla. Trabajaron, pues.
“Ahora esos turcos tienen pisto. Y no solo pisto. Tienen poder político. Porque saben caer bien. Y entonces, cuando llegaron al poder político les gustó. Les ha gustado y no quieren soltarlo. ¡Por pendejos lo van a soltar!
“Y los criollos culeros, algunos de ellos se fueron en la guerra, ahora quieren recuperar el poder. Pero los turcos no se lo quieren regresar, porque gallina que come huevo ni aunque le quemen el pico.
“Hay otra cosa. Esos turcos ya no necesitan de nadie de estos criollos. Ya tienen pisto y en abundancia, tienen controlado grandes grupos de poder político en los pueblos y además son muchos, muchísimos más que los del poder criollo.
“Lo malo es que los criollos son petulantes, quieren seguir teniendo a los turcos de empleados y seguir mandando en este país como si fuera su finca. Y no, papá, eso ya se acabó”.
Los cigarrillos fueron pasando por aquellos dedos cargados de historia y no volví a ver al señor “X”.
Ahora que recordé sus palabras me parecieron muy dignas de ser aplicadas a la realidad electoral actual, donde el choque de trenes parece cada vez menos inevitable.
Los grupos de poder quieren tener más poder, pero no quieren compartirlo.
No se han dado cuenta que el mundo evolucionó, que la aldea global no permite los cacicazgos de antaño. Que los apellidos ahora cuentan menos. Que tanto vale su voto como el del campesino... y que los campesinos lo saben.
Siguen creyendo en la triste y perversa teoría del rebalse; siguen teniendo la parábola de las migajas como pan de conducta cotidiana.
Mientras siguen viviendo en su burbuja, el mundo cambió. La gente ya no es ignorante. La gente está descontenta y quiere cobrársela de la manera que más le duela al sistema, tiene sed de que llegue marzo para demostrarle a los bancos y otros opresores financieros que el indio penqueado es capaz de practicar la más terrible de las venganzas.
Y, por el otro lado, a los recién-llegados-al-poder se les olvidó que la democracia implica dejar paso libre a los demás cuando se han terminado los plazos del ejercicio gubernativo.
No quieren soltar “la guayaba” por una ambición que está llevando al descalabro; porque se las están desquitando con la gente equivocada.
Se necesita un nuevo acuerdo de paz como el de hace seis años, con la diferencia de que ahora el caudillo tiene que imponerse... aunque sea pa-paso a paso.
El señor “X” tenía razón... hasta ahora. ¿Hasta ahora?

jueves, 2 de octubre de 2008

Censura periodística


Este día tuve un agradable almuerzo con varios colegas periodistas, respetados todos, en el que el tema político dominó la mayor parte de la conversación.
Pese a ser de distintos medios, existen coincidencias sobre la campaña, los candidatos, los temores de algunos y hasta los chambres de pasillo.
Ayer por la tarde también tuve la oportunidad de conversar con otros colegas en el programa Bola al centro de la radio 102nueve donde el tema político estuvo (¡cómo no!) como plato principal.
El punto es que existen ideas generales que coinciden con lo que se habla en bares, salones de belleza, mercados y hasta en las costosas mesas de los famosos tanques de pensamiento.
Hay unidad, por ejemplo, en que el FMLN ha tenido la feliz suerte de atrapar un candidato que por más mala cara que tenga no asusta a nadie. Que si ganan Mauricio será un monigote; que los cambios radicales no se harán de la noche a la mañana. Que los rojos siguen siendo los mismos de siempre, pero que eso a la gente le vale porque tiene tanta rabia contra ARENA y sus omisiones para frenar los abusos contra la clase media que nada más está esperando enero y marzo para aplicar el voto de venganza...
Hay coincidencia también en que ARENA no termina de despegar con su aspirante, que Rodrigo Ávila no habla bien y que por eso sus buenas intenciones no permean en la población; que no está rodeado de gente idónea y hasta que lo quieren mangonear para que ponga un candidato a la vicepresidencia que lleve la venia del gobierno actual.
De todo eso se habla. De la parte más picante de las cosas.
Sin embargo, se extraña el debate más profundo, el que vislumbra o trata de dilucidar los grandes temas de nación: de cómo vamos a pagar la deuda externa, de qué manera se afectará la educación para nuestros hijos; de qué forma podrá el Estado defender el crecimiento individual; de cómo vamos a pagar la gran deuda que están contrayendo los alcaldes de Alba Petróleos. De qué forma vamos a contribuir desde nuestros espacios para fortalecer nuestra democracia.
De eso, si se habla, es muy pero muy poco. Y no porque los periodistas no tengamos opinión sobre ello. La tenemos. Y con amplitud.
Hoy en el almuerzo, por ejemplo, había dos colegas cuyos análisis son de peso y fuerte atractivo, que están muy bien informados y con los que –me atrevo a decirlo-- la población quedaría muy satisfecha de escucharlos.
Pero todo se queda en la interioridad de los círculos más íntimos.
Los periodistas no nos atrevemos a decir las cosas para que no nos etiqueten; porque tememos que nuestra credibilidad –lograda a pulso con el paso de los años-- se vea afectada por la expresión de nuestras opiniones.
Y lo tememos porque, más que nadie, sabemos que esta democracia nuestra está apenas en pañales.
Pero también esta tendencia podría ser un reflejo de lo que como sociedad padecemos: el cortoplacismo.
Somos, como salvadoreños, muy atentos a lo que nos pasará en el corto tiempo; pero muchas veces carecemos de la visión para enfrentar el futuro.
Por eso no es de extrañar, por ejemplo, que muchos prefieran enjaranarse hasta la coronilla por tener un auto nuevo en vez de tener uno usado en buen estado y poner a sus hijos en los mejores colegios.
Por eso es que El Salvador avanza a pequeños trompicones. Porque no hemos aprendido a planificar nuestras metas en el largo plazo, como sí lo han hecho países que ahora gozan los frutos de lo que dos o tres generaciones anteriores definieron.
Si seguimos por esta senda siempre seremos “los mismos de siempre”. Y eso no es un orgullo.
 

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