Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

viernes, 3 de octubre de 2008

Las visiones del señor "X"


Muchas cosas se hablan en los pasillos salvadoreños del poder, pero pocas se pueden publicar porque al aplicarles el método periodístico no soportan el mínimo de los exámenes. Es por ello que uso este medio y este estilo.
Asevero que la conversación bajo estas líneas sucedió.



—Fijate —me dijo aquel hombre, grande, sesentón— que yo ya me retiré de eso. Ya di lo que tenía que dar, ya hice lo que tenía que hacer. Me han pagado mal estos cerotes pero así es la vida. Igual, no me arrepiento, porque todo lo hice a conciencia. ¿Y vos crees que esta democracia que vivís fue de gratis? No papito, esta democracia costó sangre.
El hombre “X” maneja su vehículo mientras habla de las peripecias que tuvo que vivir para llegar hasta donde está. De las épocas en las que hablar mal del gobierno implicaba secuestro y capucha, tortura maldita y, con suerte, quedar tirado en el playón.
Con suerte porque los familiares tendrían algo que enterrar.
También me cuenta de las guindas, de las corridas en moto y de las veces que estuvo a punto de morir ametrallado; porque los otros también eran buenos para sudar el gatillo.
Ahora está viejo, resignado a los golpes que ha recibido de la vida sabiendo que él también los dio. Fuertes. Y muchos. “Todo por el país”.
Ese país que ahora, desde el volante forrado de cuero de su carro de lujo se da el lujo de criticar.
—Ahora lo que busco es un lugar para morir bien. ¿sabes lo que es eso?
—Supongo que morir tranquilo.
—Cabal, morir tranquilo.
—Mire, señor “X”, y cómo ve la situación política.
Aquel viejo lobo ya estaba cansado del tema. Se miraba los dedos callosos de vez en cuando como recordando las veces que le tocó usarlos.
—Mirá, de esas cosas a mí no me gusta hablar. ¿Para qué?
—... Es que la democracia...
—Esas son puras pajas, no jodás. Te voy a contar lo que realmente está pasando en el país.
Y el hombre encendió un cigarro, de los fuertes, de los populares. Comenzó su análisis que hasta ahora publico, casi dos años más tarde, porque he visto que sus palabras tenían peso.
El hombre dijo: “Lo que está pasando es que hay un choque de poderes. Pero no creas que de partidos. Esas son las mierdas que le dicen a la gente.
“No, el choque es entre los poderes económicos de este país. El capital criollo contra el capital turco.
“Sucede que a los turcos los tuvieron como comemierdas, como los que les hacían los mandados a los grandes señores de acá. Los despreciaban, los veían de menos. Los insultaban. Pero los turcos, como siempre, no se agüevaron, siguieron trabajando y ahorrando. Ya sabés cómo son esos hijos de puta.
“Esos turcos no se fueron durante la guerra, sino que le hicieron güevos y se fueron a meter a los pueblos, a donde estaba la guerrilla. Trabajaron, pues.
“Ahora esos turcos tienen pisto. Y no solo pisto. Tienen poder político. Porque saben caer bien. Y entonces, cuando llegaron al poder político les gustó. Les ha gustado y no quieren soltarlo. ¡Por pendejos lo van a soltar!
“Y los criollos culeros, algunos de ellos se fueron en la guerra, ahora quieren recuperar el poder. Pero los turcos no se lo quieren regresar, porque gallina que come huevo ni aunque le quemen el pico.
“Hay otra cosa. Esos turcos ya no necesitan de nadie de estos criollos. Ya tienen pisto y en abundancia, tienen controlado grandes grupos de poder político en los pueblos y además son muchos, muchísimos más que los del poder criollo.
“Lo malo es que los criollos son petulantes, quieren seguir teniendo a los turcos de empleados y seguir mandando en este país como si fuera su finca. Y no, papá, eso ya se acabó”.
Los cigarrillos fueron pasando por aquellos dedos cargados de historia y no volví a ver al señor “X”.
Ahora que recordé sus palabras me parecieron muy dignas de ser aplicadas a la realidad electoral actual, donde el choque de trenes parece cada vez menos inevitable.
Los grupos de poder quieren tener más poder, pero no quieren compartirlo.
No se han dado cuenta que el mundo evolucionó, que la aldea global no permite los cacicazgos de antaño. Que los apellidos ahora cuentan menos. Que tanto vale su voto como el del campesino... y que los campesinos lo saben.
Siguen creyendo en la triste y perversa teoría del rebalse; siguen teniendo la parábola de las migajas como pan de conducta cotidiana.
Mientras siguen viviendo en su burbuja, el mundo cambió. La gente ya no es ignorante. La gente está descontenta y quiere cobrársela de la manera que más le duela al sistema, tiene sed de que llegue marzo para demostrarle a los bancos y otros opresores financieros que el indio penqueado es capaz de practicar la más terrible de las venganzas.
Y, por el otro lado, a los recién-llegados-al-poder se les olvidó que la democracia implica dejar paso libre a los demás cuando se han terminado los plazos del ejercicio gubernativo.
No quieren soltar “la guayaba” por una ambición que está llevando al descalabro; porque se las están desquitando con la gente equivocada.
Se necesita un nuevo acuerdo de paz como el de hace seis años, con la diferencia de que ahora el caudillo tiene que imponerse... aunque sea pa-paso a paso.
El señor “X” tenía razón... hasta ahora. ¿Hasta ahora?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

very clever.

jailop dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
jailop dijo...

Hola Ciro, hasta hoy me encuentro con tu blog. Me gusta. Te voy a seguir la pista.

Anónimo dijo...

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