Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

jueves, 2 de octubre de 2008

Censura periodística


Este día tuve un agradable almuerzo con varios colegas periodistas, respetados todos, en el que el tema político dominó la mayor parte de la conversación.
Pese a ser de distintos medios, existen coincidencias sobre la campaña, los candidatos, los temores de algunos y hasta los chambres de pasillo.
Ayer por la tarde también tuve la oportunidad de conversar con otros colegas en el programa Bola al centro de la radio 102nueve donde el tema político estuvo (¡cómo no!) como plato principal.
El punto es que existen ideas generales que coinciden con lo que se habla en bares, salones de belleza, mercados y hasta en las costosas mesas de los famosos tanques de pensamiento.
Hay unidad, por ejemplo, en que el FMLN ha tenido la feliz suerte de atrapar un candidato que por más mala cara que tenga no asusta a nadie. Que si ganan Mauricio será un monigote; que los cambios radicales no se harán de la noche a la mañana. Que los rojos siguen siendo los mismos de siempre, pero que eso a la gente le vale porque tiene tanta rabia contra ARENA y sus omisiones para frenar los abusos contra la clase media que nada más está esperando enero y marzo para aplicar el voto de venganza...
Hay coincidencia también en que ARENA no termina de despegar con su aspirante, que Rodrigo Ávila no habla bien y que por eso sus buenas intenciones no permean en la población; que no está rodeado de gente idónea y hasta que lo quieren mangonear para que ponga un candidato a la vicepresidencia que lleve la venia del gobierno actual.
De todo eso se habla. De la parte más picante de las cosas.
Sin embargo, se extraña el debate más profundo, el que vislumbra o trata de dilucidar los grandes temas de nación: de cómo vamos a pagar la deuda externa, de qué manera se afectará la educación para nuestros hijos; de qué forma podrá el Estado defender el crecimiento individual; de cómo vamos a pagar la gran deuda que están contrayendo los alcaldes de Alba Petróleos. De qué forma vamos a contribuir desde nuestros espacios para fortalecer nuestra democracia.
De eso, si se habla, es muy pero muy poco. Y no porque los periodistas no tengamos opinión sobre ello. La tenemos. Y con amplitud.
Hoy en el almuerzo, por ejemplo, había dos colegas cuyos análisis son de peso y fuerte atractivo, que están muy bien informados y con los que –me atrevo a decirlo-- la población quedaría muy satisfecha de escucharlos.
Pero todo se queda en la interioridad de los círculos más íntimos.
Los periodistas no nos atrevemos a decir las cosas para que no nos etiqueten; porque tememos que nuestra credibilidad –lograda a pulso con el paso de los años-- se vea afectada por la expresión de nuestras opiniones.
Y lo tememos porque, más que nadie, sabemos que esta democracia nuestra está apenas en pañales.
Pero también esta tendencia podría ser un reflejo de lo que como sociedad padecemos: el cortoplacismo.
Somos, como salvadoreños, muy atentos a lo que nos pasará en el corto tiempo; pero muchas veces carecemos de la visión para enfrentar el futuro.
Por eso no es de extrañar, por ejemplo, que muchos prefieran enjaranarse hasta la coronilla por tener un auto nuevo en vez de tener uno usado en buen estado y poner a sus hijos en los mejores colegios.
Por eso es que El Salvador avanza a pequeños trompicones. Porque no hemos aprendido a planificar nuestras metas en el largo plazo, como sí lo han hecho países que ahora gozan los frutos de lo que dos o tres generaciones anteriores definieron.
Si seguimos por esta senda siempre seremos “los mismos de siempre”. Y eso no es un orgullo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que los periodistas pueden tener unas grandes ideas sobre cómo arreglar el mundo y opinar con propiedad sobre todo lo que quieran, pero no cuentan con los espacios para decirlo, llámese radio, televisión o prensa escrita. Probablemente internet sea la excepción. Créame que su credibilidad no se vería afectada si usted publicara la realidad de las cosas, muchos quizá coincidiríamos con usted y con los flamantes periodistas con los que comió, y creeríamos que este país tiene alguna posibilidad real de democracia.
¿Creen los periodistas que si publicaran la realidad de las cosas o su pensamiento todavía tendrían trabajo? ¿Es sólo Maruricio Funes el monigote o habrá más?
El debate profundo sí se extraña...

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con esta opinión. La verdad es que hay muchos temas en los que nos abstenemos de opinar, quizá, por no meternos en problemas o porque la coyuntura política nos absorve de tal manera que no vemos más allá de lo evidente (Eso me suena familiar). Deberíamos tener un sitio donde publiquemos “lo que callamos los periodistas“. ¿Qué le parece?
Voy a sugerir la lectura de este artículo a los latinoamericanos que están en un curso de periodistas en Suecia. Me parece atinado con las discusiones que se han planteado.

Fuhgawz dijo...

http://i35.tinypic.com/ne9t07.jpg
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:p

 

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