Ciro Granados, Periodista

Mi foto
El Salvador

martes, 21 de octubre de 2008

Periodismo sin fronteras

Quien crea que el periodismo se dedica solo a narrar hechos o sucesos se quedó en el pasado. La globalización y la misma evolución de las sociedades ha obligado a que esta profesión también amplíe su abanico de servicios.

Si bien el producto insignia es el reporte de hechos como tal, el periodismo también ofrece y debe ofrecer información relacionada con tendencias, posibilidades y probabilidades. Para dar o generar respuestas que eliminen las dudas, que destruyan las incertidumbres y que crucifiquen al rumor.
El periodismo no solo informa, lo sabemos, también educa (con todo lo que implica este concepto), divierte, genera opinión y crea conciencia.
Por esto es que existen los géneros y cada vez se usa más, con la autoridad derivada de la trayectoria de cada medio y de cada periodista, el periodismo interpretativo: aquel que trabaja con hipótesis, con proyecciones, que toma la realidad como parámetro para consultar especialistas y generar escenarios. Para adelantarse al tiempo.


La ampliación de esta área de influencias no significa, sin embargo, que deba abandonarse “la verdad” como materia prima, y el sentido común como el ADN para concebir el criterio del cual nacerá la importancia y el volumen que se dé a la información.
Y, como gran pegamento de estas y otras cualidades está la Responsabilidad. Y es en esta responsabilidad donde reside gran parte de la esencia cotidiana.
En El Salvador, el momento electoral sirve como crisol para ejercer el periodismo político, una de la ramas más especializadas porque desarrolla todos los sentidos, nutrición crucial para entregar un buen producto.
La campaña es, por lo tanto, una oportunidad de sembrar la Responsabilidad como valor fundamental en cada periodista.
Y ser responsable es tener valentía, justicia, criterio, amplitud de visión, apertura a nuevas ideas y, sobre todo, honestidad para incluir la mayor cantidad de versiones.

Es muy fácil parcializarse, desviarse, perder el balance. Tanto para favorecer al stablishment como para criticarlo.
Conozco periodistas que se arrodillan ante el oficialismo y también a los que se postran ante la oposición.
Se puede lamer la bota izquierda como la bota derecha. Se puede ser besamanos y besaboinas.
Conozco otros periodistas que usan la profesión para echarse flores, para cultivar su soberbia, para alimentar su voraz ego, para demostrar que saben mucho, para lucrarse, para tratar de imponer visiones y opiniones a sus fuentes... hacen preguntas que más huelen a trampa, diseñadas no para extraer información de interés público sino para confundir al entrevistado. Y todo con el único fin de hacer valer la postura personal o institucional de su medio.
Son periodistas carniceros estos últimos, que tejen y tejen sus cuestionarios sin pensar en los lectores o las audiencias.
Estos periodistas también tienen el desafío de reducir la imparcialidad.
Al final de cuentas, el poder que por necesidad de informarse nos otorga la sociedad debe ser asumido con la mayor de las responsabilidades.
Siempre he sostenido que hacer periodismo se compara a hacer comida para bebés. De la calidad dependerá que los bebés no se enfermen, que no mueran.
De esa calidad dependerá también que estos niños crezcan sanos y se desarrollen.
Nosotros, los periodistas, alimentamos a la población y por efecto a la democracia. ¿Qué tipo de comida vamos a darle?
¿Seremos apóstoles del evangelio del odio, del miedo, de la intransigencia?
¿Estamos dispuestos a ser cómplices de los que mienten para ganar o mantener el poder?




Los cambios se logran poco a poco. Primero, dentro de uno mismo.

No hay comentarios:

 

Enter your email address:

Delivered by FeedBurner