Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

martes, 7 de octubre de 2008

¿Y los partidos enanos?


Está bien, lo acepto: partidos minoritarios. Aquellos que apenas pueden sobrevivir en las elecciones, y que en las pasadas presidenciales tuvieron que recibir el salvataje de la Corte Suprema para no desaparecer. Esos partiditos. Esos ninguneados tienen tanta importancia para la democracia que lo menos que puede hacerse con ellos es guardarles respeto.
Y por ese mismo respeto es que hay que decirles un par de cosas.
La sola presencia del PCN y el PDC favorece un sistema de contrapesos que en algo ayuda a controlar la polarización entre los rotweiller.
Por mucho que se les achaque los desaciertos de sus administraciones en el Ejecutivo, los azules y los verdes tienen un puesto ganado en el concierto de las formaciones salvadoreñas.
Y entonces si son tan importantes ¿por qué nadie les para bola? Creo que es por cuestión de cultura política. Porque los salvadoreños, por tradición y costumbre, siempre quieren estar a la sombra del ganador; son poco atrevidos.
Si el salvadoreño fuera atrevido, y no comodón, tendríamos un “centro político fuerte”; una tercera fuerza que en cada elección podría moverse a uno y otro lado del espectro: una vez sería el PCN, otra el PDC, otra el FDR, y tal vez hasta ARENA o el FMLN.
Pero no. Ahora la gran mayoría de salvadoreños está entre votar por los tricolor o por los rojos para las presidenciales, con tal de no desperdiciar el sufragio.
Sin embargo, la culpa de esta desidia cívica no es responsabilidad total de los ciudadanos; es culpa principal de los mismos partidos, que no han sabido reinventarse, que mantienen los mismos dirigentes y, peor aún, las mismas mañas.
Y así, claro, todos los que votan por ARENA no le darán su confianza al PCN porque saben que es lo mismo; porque sospechan que algo se trae entre manos Conciliación Nacional cuando somete su voluntad a los designios de la agenda del partido oficialista.
Igual sucede con la Democracia Cristiana. Pocas veces se observa una oposición férrea a los proyectos de decreto que emanan de Casa Presidencial. Aunque, para ser justos, hay que decir que no siempre sucede esto: a veces tanto pecenistas como pedecistas defienden su independencia y buscan beneficios para algunos sectores... pero esto sucede muy poco.
Y en el caso de Cambio Democrático, ya se sabe que es el aliado natural del FMLN. Lo mismo que podría suceder con el FDR.
Si bien la política democrática legislativa se basa en las negociaciones, hace falta transparencia y sentido común para que las decisioens sean adoptadas por las grandes mayorías de la población.
Mientras no se conduzcan esfuerzos para crear una tercera fuerza que pueda optar a la Presidencia del país, seguiremos sumidos entre areneros y farabundistas.
Hay quienes dirán, con cierta razón: “¡Dios guarde ¿el PCN o el PDC en la presidencia del país?!” Está bien, lo acepto. Pero ¿acaso tenemos que conformarnos con lo que tenemos? Yo creo que no. ¿Y usted? ¿Se atreve?
Un primer paso puede ser distribuir el poder legislativo, para que ARENA y el FMLN no se lleven la parte más grande del pastel.
Usted vote por quien quiera, que es su sagrado derecho. Pero hágalo con el cerebro, no con el hígado, mucho menos con el sitio donde van a parar todos los temores.

2 comentarios:

jailop dijo...

El problema del PCN y del PDC es que se volvieron chicos por picaros y mafiosos. No hay que confundirlos con las bonitas ideas de un centro democrático.

Anónimo dijo...

http://i35.tinypic.com/ne9t07.jpg
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