Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

miércoles, 29 de octubre de 2008

Mañas políticas


Recuerdo que hace unos años, cuando competía para ganar la presidencia salvadoreña, Francisco Flores comenzó a vender el slogan de que él representaba “una nueva forma de hacer política”.
Con el paso de los años y los sabios juicios que el tiempo brinda, me entristezco al ver que ese lema no duró siquiera los cinco años de la antepasada gestión presidencial.
Hubo intentos y muy buenos, no hay que negarlo, pero a partir del último año de la administración Flores las cosas comenzaron a complicarse.
Comenzó a gestarse la actual polarización, que ni siquiera la popularidad del presidente Antonio Saca y su muy particular forma de hacer política han logrado abatir.
Y por eso ahora nos embarramos en los lodos de aquellos polvos.
La confrontación tradicional ha vuelto a aparecer. Y por ello es que vemos campañas proselitistas que huelen a los años ochenta (o setenta).
¿Acaso no han evolucionado las creatividades? ¿Creen que nos vamos a tragar el miedo por los “comeniños”, “matavacas” y “vuelapuentes”? ¿Están pensando en que van a convencernos de que todo lo que ARENA ha hecho está mal?
Hay políticos, lo crea usted o no, que todavía apuestan a ganar conciencias repartiendo camisetas, gorras, llaveros o encendedores. Es, cuanto menos, para sentir lástima por ellos.
Por eso es que vemos, también, que don Norman Quijano, candidato a la alcaldía de San Salvador por ARENA, se ha quedado corto y no nos ha contado cuál es la visión que tiene para que la ciudad mejore. No, anda obsesionado por mostrar que la actual alcaldesa, Violeta Menjívar, es la personificación de la mediocridad.
Y no es que no sea mediocre, o que sea brillante, lo que se extraña es una campaña que nos diga hacia dónde se va a llevar a la capital… aparte de que habrá metrobuses y canchas en los plafones que le pondrán a las quebradas.
Y la señora alcaldesa, en vez de decirnos cómo San Salvador va a lanzarse a la ruta del verdadero desarrollo, anda con anuncios choleros de que van a continuar ¡haciendo bien las cosas! ¡Por Dios, basta analizar las decisiones que ha tomado para sugerirle a gritos que promueva el cambio!
Cosas de la política salvadoreña. Tristezas de la creatividad embrutecida por el opio de la mediocridad y el odio al contrario por el simple hecho de ser contrario. La pobreza del argumento tonto que se impone.
Este país sigue secuestrado por los políticos que hacen las cosas a la usanza de la época que queremos olvidar. Por eso no es de extrañar que a los jóvenes les importe un bledo la política.

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