Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

lunes, 27 de octubre de 2008

Cultura de mediocridad


El Salvador está acostumbrado a no hacer las cosas bien. De ahí la existencia del término “galladas” para referirse a esas imperfecciones que quedan en las obras por gracia de la mediocridad de quien las ha hecho.
Lo que en publicidad gráfica se conoce como “artefinalizado” no se aplica a la vida cotidiana y, entonces, es común ver defectos nacidos de la haraganería y la falta del sentido de la perfección.
Esa cultura está arraigada a todos los niveles: desde el albañil que no pega bien los ladrillos, no tira bien las líneas o que no deja el repello de forma uniforme, hasta el médico que deja gasas dentro del paciente, que le corta la pierna sana, que solo le receta ibuprofeno para cualquier dolor o que le hereda a la pobre señora de la cesárea aquella horrenda cicatriz digna de un gesto con todas las arrugas faciales.
Se ve también, esa triste realidad, en las obras y decisiones tomadas por funcionarios. Desde los camioncitos chinos que compró la alcaldía de San Salvador hasta los “pegostes” que dejan los equipos del Fovial que tapan hoyos en las calles. O los huecos que dejó la Anda tras hacer algunas reparaciones en los tubos subterráneos.
Es esa una cultura de la mediocridad que ha sido alimentada con la desidia, la impaciencia y ausencia de verdaderos controles personales de calidad.
Y pocos están exentos del tema.
Hay también en El Salvador periodistas “de brocha gorda” que no tienen la pericia ni el deseo de aplicar el sentido de la estética a sus escritos. Ni el cuidado para aparejar los detalles de tal manera que las notas entren con fluidez a los lectores. Y se pretende que el pobre lector se zampe aquella masa de datos, a la fuerza, como amasijo de macarrones sobrecocidos, secos y mezclados con queso chicloso... bajo el perverso concepto de que tiene hambre y que agradezca que se le da de comer.
Hoy por la mañana, en la radio del FMLN de nuevo, escuchaba críticas de personas porque en varias zonas del centro de la capital han dejado salientes de tubos y varillas de hierro con las que es muy fácil tropezarse.
Contaba un señor que su esposa casi se arranca el dedo grande del pie por culpa de uno de estos salientes. Otra señora dijo que ella se había tropezado también.
Y entonces ¿a quién reclamar? Porque no es solo la alcaldía la responsable. También, se dijo, son las personas que retiran rótulos de publicidad y no dejan al ras los tubos que los sostenían.
Para salir del subdesarrollo que tenemos hay que comenzar por las cosas menores. Paso a paso. Despacio y con buena letra, como reza una trillado dicho.
Siempre hay posibilidad de cambiar las cosas. Hay que dar el primer paso. En la casa, tratar de no ser torpes al hacer cosas tan básicas como limpiar un espejo o hacer la cama. En la oficina, mejorando el trabajo cada día, prestando atención a los detalles, no dejando para el siguiente en la línea el trabajo de pulir nuestra obra si podemos hacerlo nosotros.
Y los funcionarios, igual. Asumiendo la responsabilidad que les corresponde y pensando, antes de cada decisión, en la siguiente reflexión: “¿Le haría esto a mi familia?”.
Cada día que se nos permite vivir en esta etapa de nuestra evolución es también una oportunidad para cultivar el deseo de mejorar. Cada cual en lo suyo. Hasta los blogueros ¿o no?

1 comentario:

GARROBO dijo...

Caballero dejeme felicitarlo {probablemente no lo necesita}

Este post esta "vergon" La cultura de la mediocridad. Desde los fiscales incompetentes que pierden casos
hasta los inbeciles buseros incapaces de respetar lo mas elemental una señal de transito.

pero yo le digo, Nadie quiere ser el primero. Unos hacen "excusas" historicas cuando se amenaza alos cochinos de tirara basuras con una esquela. Es triste

Saludos

 

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