Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

lunes, 8 de diciembre de 2008

Campaña sucia



Desde hace unos meses, en El Salvador estamos en guerra, guerra proselitista, guerra por nuestros votos. Un conflicto en tres flancos: la lucha por la presidencia del país, el pulso por las alcaldías y el duelo por la Asamblea Legislativa.
En la primera de las contiendas es donde todos han puesto sus mejores armas, sus más aguerridos hombres y las más inteligentes estrategias. Porque es el puesto más codiciado y porque es primera vez que ARENA puede perder las elecciones ante el FMLN (por favor, los enanos compiten por el tercer lugar que les dé un magistrado en el Tribunal Supremo Electoral).
Y dentro de esa maraña de tácticas, ataques y contraataques hay uno que me llama la atención: la campaña sucia.
Ha sido el FMLN el que desde un inicio ha sollozado por esta supuesta estrategia de ARENA, alimentando sus lloriqueos por los spots publicitarios que su contendiente ha lanzado en la que se describe el pasado guerrillero de su candidato a vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén.
También se ha dicho que "la derecha" ha usado a los medios de comunicación para que publiquen reportajes sobre la vinculación del FMLN con las FARC (narcoguerrilla colombiana), la situación política en Nicaragua, los movimientos de Hugo Chávez y que se le pregunte a los líderes farabundistas --candidato a la presidencia incluido, no por ser líder partidario, sino por estar en la fórmula-- sobre estos temas.
Eso a mi juicio, no es campaña sucia. Porque para ser campaña sucia necesita un ingrediente indispensable: la mentira, o por lo menos un rumor con toda la pinta de mala leche.
Campaña sucia podría ser levantar la propaganda contra el FMLN basado en el pasado familiar de su candidato Mauricio Funes, hurgar en los tribunales para ver si tiene demandas, buscar en los récords crediticios para decir que es "mala paga", profundizar en otros aspectos familiares, filiales, que, por decoro y por respeto a Mauricio y a mis lectores ni siquiera menciono. Eso yo lo consideraría campaña sucia.
Campaña sucia sería también sacar listados de amantes de algún familiar de la fórmula presidencial.
Y yo estaría pecando de mojigato, porque en otros países, como Estados Unidos, se espulga hasta si el candidato fumó marihuana, probó cocaína en sus años adolescentes o le andaba dando besitos a los hombres. O si la mujer ha sido borrachita o padecido de furor uterino.
Y tienen su lógica: a los presidentes se les elige para tomar decisiones, cotidianas y trascendentales, y por la trayectoria de vida de los candidatos el elector puede darse cuenta de con quién está tratando.
Recuerdo que hace unos años fue destituido un alto directivo de una empresa porque tenía una amante. Y no lo echaron por el hecho de probar carne fresca, sino porque había tomado una mala decisión al poner en riesgo su matrimonio y su hogar... y los dueños dijeron que una persona así también podría poner en riesgo a la empresa.
Y si esto pasó en la esfera privada, con mucha más razón se podría hurgar en la vida de quienes pretenden gobernarnos.

Pero decir que Sánchez Cerén fue guerrillero, que mandó o permitió el asesinato de cientos de combatientes; hacer llamados a los empresarios a que no le den apoyo al FMLN, decir que Funes ni su dupla saben generar empleos, que quien manda es la cúpula y no el candidato presidencial o que Hugo Chávez es uña y mugre con los farabundistas... sacar a relucir eso no es campaña sucia.
¡Por Dios, ni uno de ellos es una virgencita a la que se le debe respetar el himen social!
Son políticos, contendientes, guerreros que se han lanzado a la palestra a sabiendas de que van a infligir y a soportar heridas.
Así son las luchas electorales; gran parte de la estrategia se basa en descalificar al rival como aspirante a un cargo público, en decir que no es idóneo para tal o cual trabajo en la polis.

El FMLN miente sobre las papeletas

Si los candidatos están pensado en que solo se debe atacar su propuesta de gobierno o son tontos, o son ignorantes o simplemente son cobardes. Porque las plataformas no se ejecutan solas y, por lo tanto, un político tiene todo el derecho a criticar tanto el plan de su rival como al que lo va a ejercer, ya sea porque ambos son mediocres, porque el proyecto es inviable o porque el realizador no tiene la capacidad de lograr los consensos sociales para emprender la iniciativa.
No entiendo los lloriqueos del FMLN cuando ellos también dicen cosas que ponen a temblar a cualquiera: dicen que los areneros son asesinos, que su fundador (Roberto d'Aubuisson) mandó a matar a monseñor Romero, que el ex presidente Alfredo Cristiani sabía de que se iba a masacrar a los sacerdotes jesuitas, de que todos los que han estado en los gobiernos de ARENA son ladrones. Y cosas así. ¿Y ahora se quejan?
Esto es como el grito afeminado aquél de "¡No, no, en la cara no!".
Sin embargo, siempre hay leyes de combate hasta para las guerras en las que se mata gente. Y una de estas reglas es no meterse con los civiles.
En el caso que nos compete, tal norma se podría adaptar al concepto de que no se debe jugar con la conciencia del elector mintiéndole descaradamente.
Y como "civil" me pronuncio ante la siguiente mentira: Mauricio Funes y varios dirigentes del FMLN andan pregonando que existen fuertes posibilidades de fraude en las próximas elecciones porque la Asamblea aprobó que las papeletas no vayan marcadas ni selladas.
Eso es un error. Y, en el entorno de esta contienda, es una mentira; porque quienes lo pregonan saben que eso no es cierto.

Es mentira que las papeletas no van a ir selladas ni firmadas. Es falso.
Lo que la Asamblea Legislativa aprobó es que si alguna papeleta (como excepción, no como regla) no llevara el sello o la firma del presidente o secretario de la Junta Receptora de Votos, el voto sigue siendo válido.
No es que todas las papeletas vayan a irse sin sello y firma. Aquí está lo perverso de la "denuncia" que hacen los efemelenistas.
Y hay otro punto que la Asamblea puso como un candado extra: que si la papeleta no lleva la firma de quien dirige la JRV, pues a esta persona, sea del partido que sea, se le impondrá una multa superior a los $110.
La lógica es aplastante: el único que puede anular el voto es quien lo emite.
¿Y a cuenta de qué su voto o el mío va a ser anulado solo porque a alguien se le "olvida" sellar o firmar la boleta?
Además, en cada Junta Receptora de Votos hay vigilantes de todos los partidos, y cualquier intento de fraude sería detectado y denunciado Ipso facto.
Además, organismos internacionales como la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA) han enviado observadores electorales, que han pedido confianza a los votantes porque ellos estarán listos a denunciar cualquier anomalía.
...Y aún así el FMLN dice que no confía en el proceso. ¡Y eso que marcha arriba en las encuestas!

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