Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

lunes, 1 de diciembre de 2008

Travestis


Por las noches, en las calles del pecado, las prostitutas tienen un serio adversario. Los travestis. Estos son hombres que les quitan los clientes con ofertas falsas, con una mejor metodología y con una presentación que despierta envidia a las mujeres de la noche.
Son hombres vestidos de mujer bajo cuyos "encantos" caen los maricas asolapados, los hombres demasiado borrachos, los jóvenes incautos y todos los que andan con la pila de probar algo nuevo.
Los travestis se preparan desde temprano para engañar a los clientes. Y obtienen buenas ganancias, porque a medida pasa la noche se despiertan los atrevimientos, las prisas, los amores fáciles provocados por sustancias extrañas.
Pero más allá de los maricones que no han salido del closet, los hombres que se ven envueltos por las falsas promesas de un travesti terminan por desengañarse. Por vomitar, al poco tiempo, el desencanto de su desatino. Y el asco, en muchas ocasiones, puede ser peor que el acto mismo de la sodomía.
Nunca, jamás, un travesti por bello que parezca será mejor que la más fea de las prostitutas, opinan los hombres hombres.
Hasta la más arrastradita de las casquivanas tiene la cualidad fundamental: que su oferta es auténtica.
¿Y esto qué tiene que ver con política? En apariencia, nada. En esencia mucho. Usted saque sus conclusiones.

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