Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

viernes, 28 de noviembre de 2008

Los burros del pesebre... con el perdón del abnegado animal


La pólvora de luces divierte, despierta los sentidos navideños y nos transporta a un mundo fantástico donde las cotidianas tristezas dejan paso a la alegría del porvenir, de la esperanza, de la vida. La otra pólvora, la de las explosiones, esa solo divierte a los básicos

¿Has visto la sonrisa estúpida que le queda al fanático de la pólvora tras la explosión de un mortero? ¿Has visto ese miedillo muy bien apagado que se percibe cuando enciende la mecha de un número 7?
La pólvora, ese maravilloso invento que ha sacudido los cimientos del mundo, de las civilizaciones, llega en los aparentemente inofensivos derivados hasta nuestros hogares. Y el mismo Pum que excita a los idiotas envía a decenas de niños a los hospitales.
Es el mismo Pum del padre irresponsable, del tonto que quema el dinero, del absurdo que se divierte con el ruido. El mismo Pum que se siente acelerado en los corazones al ver las imágenes de los chicos quemados, de los angelitos en los hospitales que pagaron con dolor su atrevimiento; que en vez de recibir el abrazo de la Navidad con alegría reciben el latigazo cruel del dolor.
Mientras, el padre borracho, trata de hacerse el jovial con los invitados, alcoholizados también.
La madre, borrachita ridícula por moda y por gusto, ofrece sus sonrisas aguardentosas a los que le acompañan. Los ojos se mueven con voluntad propia, se nublan, se enrojecen de libido y de tabaco.

Y los niños, desprotegidos, acarician el hocico del lobo de polvo negro.
¿Has visto el dolor de los niños que sufren las quemaduras? ¿No? ¿Quieres verlo? ¿Te atreves a pedirle a tu hijito o hijita que pose para ti aterrado por ver sus deditos cortados por un mortero? ¿Te atreves a comprarle un labrador retriever a tu hijito para cuando pierda la vista por culpa de la pólvora?
El dolor no es un cuento de navidad. Es la realidad atroz que aparece siempre por estas épocas. Ya se cobró sus primeras víctimas en El Salvador. ¿Quieres lanzar a los tuyos a la lista?
¿Has escuchado el terrible llanto de un niño que acaba de ser lacerado tras una explosión? ¿Quieres que uno de tus hijos te distraiga de tu fiesta con un alarido de dolor? ¿Eres cómplice de esos dramas? ¿Eres el verdugo de tus hijitos? ¿Estás dispuesto a truncarles la vida, sembrarles un trauma y dejarlos para siempre con el estigma del quemado?
¿Te atreves a dejar de ser estúpido?

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