Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

lunes, 3 de noviembre de 2008

Sotanas políticas


Que los curas no se metan en política partidaria. Es la orden que ha emanado de la Conferencia Episcopal en El Salvador, una decisión que aplaudo y que espero que cumplan tanto los curas que apoyan el oficialismo, los menos, como la pléyade de sacerdotes que se inclinan por el FMLN.
Me parece muy acertado el dictamen del clero y creo que los demás dirigentes de sectas evangélicas deberían tomar el ejemplo.
Porque los púlpitos desde donde deben emanar las palabras para el crecimiento espiritual no pueden enlodarse con politiquería, por más buenas intenciones que se tengan.
De todos es sabido que los líderes religiosos tienen un férreo poder sobre sus feligresías, y este poder es tan susceptible de manejar de manera perversa al fusionar el partidarismo con los temores que en la parte espiritual hacen brotar.
Conozco un caso, de una iglesia muy fuerte en el país, que quedó marcada por la postura político partidaria de un pastor que tenía.
El señor era más comunista que Schafik Handal y quienes estaban a su lado, por convicción o simplemente por quedar bien... ¡comenzaron a hablar de justicia social, de Marx, de proletariado, de ricos y de que el pueblo unido jamás iba a ser vencido!
Después nacieron las cooperativas, llegaron las banderas rojas, se segmentó a los que no pensaban como ellos y se comenzó a crear una cultura de farabundismo atada a la devoción que los fieles tenían por el pastor.
Y mientras se predicaban los más rancios conceptos de izquierda, los hijos del pastor usaban zapatos carísimos, ropa de marca y vivían con muchos de los lujos que criticaban a las “clases oligarcas”.
Esta iglesia, evangélica, se hizo cada vez más fuerte y su apoyo al partido rojo comenzó a ser tan evidente que terminó por quedar coloreada.
Otra iglesia que conozco, también fuerte, ha dirigido su apoyo hacia el lado de ARENA sin tener tapujos. Sin siquiera los remilgos de la apariencia los pastores han orientado el voto de su rebaño hacia el lado de la cruz, pero no de la cruz de Cristo, sino de la tricolor.
Hay de todo, y para todos... menos para los partidos minoritarios.
Cada persona, con o sin sotana, con o sin púlpito, tiene derecho a tener tendencias partidarias; pero los líderes religiosos deben saber que sus palabras tendrán mucho peso en sus feligreses por el alto grado de credibilidad que poseen.
Y como en las cosas espirituales la fe juega el principal papel, no se deben mezclar las cosas por una sencilla razón: porque las esperanzas que se nutren con la evangelización representan lo más sagrado del ser humano, y no deben los pastores aprovecharse de esa apertura que les dan para incubar ahí sus ideas particulares, mundanas, materiales.
El evangelio no puede ser manchado con el partidarismo. Y tampoco la política puede sucumbir ante la fe, porque entonces nacen los oscurantismos. Y la teocracia debe quedar en el pasado, como un triste recuerdo.

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