Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿Y si no gana el FMLN?

Que Mauricio Funes lleve cierta delantera en las encuestas no significa que ya ganó. Son comprensibles los discursos triunfalistas que él y su partido mantienen, igual que las ínfulas que inyectan a su feligresía política.
Todos los partidos hacen lo mismo; hasta los enanos gritan a los cuatro vientos que vencerán en primera vuelta cuando apenas aparecen en las encuestas y sus números son inferiores al margen de error.
Lo peligroso en el caso del FMLN es la naturaleza de los correligionarios; porque son gente violenta.
Durante todos estos años, la dirigencia efemelenista ha alimentado el odio de sus partidarios a todo lo que no proceda del seno revolucionario.
Se les ha entrenado, y muy bien, en la lucha de clases, en ver al adversario como enemigo a muerte, en vetar todo lo que no proceda de sus filas. Y en creer a ciegas en lo que la comandancia dicta, sin lugar a discernimientos.
Con esa educación es muy comprensible que los arrebatos de violencia suplanten el debate, que las pedradas roben espacio a las ideas y que las descalificaciones "porque sí" secuestren a los argumentos razonados.
Lo han demostrado en diversas ocasiones. Por lo general tras las derrotas electorales, aunque también en periodos de meseta han anunciado que son un partido antisistema, que lo que no se consigue en la Asamblea Legislativa se logra en la calle.
Desde las bravuconadas hasta la acción, como cuando intentaron tomarse el hotel Radisson hace dos años y medio porque creían que se fraguaba un fraude electoral contra la candidata Violeta Menjívar.
Acciones como las de Meanguera, en Morazán, hace pocas semanas, siembran las dudas: ¿Y si no gana Mauricio Funes qué harán estos grupos? ¿Estarán dispuestos a aceptar los resultados con resignación?, ¿volverán a decir que hubo fraude?, ¿harán protestas incendiarias?
Sería interesante que los candidatos del FMLN aclararan esto. Porque las dudas no son gratuitas.
Los líderes efemelenistas tienen un gran reto histórico. Incitar a la violencia no cuesta mucho, sobre todo cuando la gente es resentida y mecha corta; sembrar la cordura es mucho más difícil, pero en con estos desafío es donde se conoce quiénes son demócratas y quiénes no.

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