Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

martes, 18 de noviembre de 2008

El silencio del acecho



Los dirigentes históricos del FMLN han adoptado una sospechosa conducta de silencio ante los temas de interés público en la agenda periodística. La importancia de sus respuestas estriba en que, como aspiran a cargos públicos, la ciudadanía debe saber lo que sienten, opinan, piensan y esperan hacer quienes buscan el poder, un poder que impactará de manera directa en toda la población


Daniel Ortega, el presidente sandinista de Nicaragua, ganó las elecciones porque supo mantener la boca cerrada.
No daba entrevistas a los medios. Aparecía poco. Se alejaba de los temas candentes y mantenía un silencio sepulcral que tenía la poderosa intención de no causar miedo.
Ortega, que ya había hundido una vez a Nicaragua, volvió a causar confianza entre los nicaragüenses; no los llevó a punta de pistola a las urnas. Ellos solos llegaron y le otorgaron su confianza.
No se acordaron de todas las fechorías que había causado. No se acordaron de las devaluaciones de la moneda; no recordaron el descalabro social y económico. No lo recordaron porque su memoria estaba saboteada por los desmanes de los gobernantes de la derecha ideológica que habían sucedido al comandante. Y porque Daniel no abría la boca.
Desde la salida del comandante guerrillero del poder hasta su retorno habían pasado 16 años, justo los que han transcurrido desde la firma de los Acuerdos de Paz de El Salvador.
Ahora, en El Salvador, el FMLN y su delfín Mauricio Funes ya no causan miedo. Mejor dicho, Funes no causa miedo. Con su verbo poderoso, aunque esté diciendo mentiras, atrapa al auditorio. Sucedió hace poco en una reunión de empresarios, a los que cautivó con su discurso y les hizo tambalear la intención de voto.



El FMLN se ha dado cuenta del enorme potencial que tiene el discurso de su candidato a la presidencia y, de manera muy sagaz, está escondiendo a los líderes tradicionales, a los que sí pueden causar temor en los votantes.
El FMLN está usando el mismo ardid de su compadre nicaragüense.
Por esa táctica de guerra política es que ahora los periodistas escuchamos frases como “Mire, prefiero no opinar de eso” y “Esa es una decisión soberana”, vertidas por dirigentes de la más rancia tradición en el partido farabundista.
Han llegado al límite de la mentira cuando dicen “Disculpe, no estoy informado” al referirse a temas tan pero tan públicos que todo el mundo los ha escuchado.
La estratagema del silencio les ha dado buenos réditos.
Ahora, la imagen que tiene la población cuando se le menciona el FMLN es la de Mauricio Funes, y no la de quienes realmente mandan en el partido.
Pero Mauricio Funes no es todo el FMLN. Él es solo una persona.
Si el candidato izquierdista llega a ganar la presidencia en 2009 va estar rodeado por decenas de miles de efemelenistas.

Las grandes decisiones que le competería tomar tendrán una fuerte carga “de opinión” de los más enconados enemigos del sistema democrático; el partido ha dejado claro que se dispone a “colaborar” en esos grandes temas.
Y la miríada de decisiones cotidianas las van a tomar los efemelenistas de siempre. No los Amigos de Mauricio, no los efemelenistas de pensamiento moderado. No, van a ser las mismas personas recalcitrantes.
Esto no es una infusión de temor. Es la verdad, basada en la lógica elemental.
¿O acaso usted cree que los empleos públicos van a quedar en manos de quienes están ahora? Es obvio que van a poner a su gente. Y esa gente es la que va a ejercer día a día la cosa pública.
¿Está usted de acuerdo con que eso suceda? Si está de acuerdo, OK, tranquilo, vaya a votar por el FMLN. Está en su sagrado derecho.
Pero si tiene una duda, una tan sola duda, lo invito a reflexionar: ¿Vale la pena votar por Funes cuando detrás de él están los líderes históricos del FMLN?
El silencio que están empleando los dirigentes farabundistas tiene demasiado contraste con las frases que ellos mismos han dicho apenas hace dos o tres años: “Somos un partido antisistema”, “Vamos a llevar la lucha a las calles”, “Venezuela es nuestro modelo”, “No al TLC”, “Mi comandante se queda” y otras por el estilo.
¿Se les pueden creer los actuales silencios, sobre todo cuando se trata de temas de interés público? Es importante conocer la opinión que tienen sobre estos temas porque están aspirando a cargos públicos, y como tales, la ciudadanía debe estar segura de a quién le va a otorgar el poder.
Por eso es que les preguntamos. Y sabemos también por qué callan.

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