Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

viernes, 7 de noviembre de 2008

Secreciones políticas

El Tribunal Supremo Electoral de El Salvador debe actuar de oficio ante la violencia proselitista; de otra forma no será más que un fantoche en la percepción popular



Las chicas pervertidas raras veces pueden ocultar sus impulsos, aunque que se pongan ropa decente, usen zapatos de tacón bajito e inclinen la mirada ante unos ojos libidinosos, sedientos de pecado.

Las mujeres de la noche también tienen algo que las delata, desde las eternas ojeras hasta ese vistazo pícaro que atrapa cualquier golosina humana que pase por delante.

Igual le sucede a muchos políticos cuando llegan las épocas del combate electoral.
Ofrecen cielo y tierra, intentan blanquear sus sepulcros y muestran una cara de simpatía que haga sentir como miembro imprescindible del inner circle al más gato de los pelagatos.

Por desgracia así es. La hipocresía aflora en la campaña proselitista aunque siempre hay orillas de fustán que terminan apareciendo.

Por suerte, hay quienes se encargan de revelar al lobo feroz que se esconde tras las ropas de la abuelita; y gracias a esas acciones uno puede conocer intenciones o posibilidades.

Sucedió ayer. En un pueblo de Morazán, la caravana del candidato presidencial de ARENA, Rodrigo Ávila, fue detenido por un grupo de efemelenistas.
Estaban encapuchados, quemando banderas y camisetas de ARENA y lanzando consignas contra los adversarios.

Hubo pedradas y varios golpeados. Uno de los azuzadores, el coordinador departamental, dijo que no podía detener a sus compañeros ¡porque esa era una muestra espontánea del descontento popular!
Dijo también que la acción era la respuesta a una provocación. La provocación era que los areneros habían pintado propaganda en el sitio donde iban a hacer el mítin... y habían manchado la efemelenista.

Así son las cosas en El Salvador. Así seguimos viviendo las campañas políticas. No hay en el vulgo un debate de ideas, o por lo menos un “pleito sano”. No, la broza, la gatada, el voto duro deshace con las patas lo que con pudor intentan confeccionar las cuidadas manos sus líderes.

He escuchado a muchas personas decir que quieren que Mauricio Funes gane la presidencia, no tanto porque sea un ilustre estadista en potencia, sino porque se hartaron de ARENA, de sus petulancias, de las prepotencias de muchos funcionarios, de las malas y hasta de las buenas medidas.

Y están en todo su derecho de querer que ARENA salga del poder para darle la lección, para meterle entre ceja y ceja el balazo de la venganza. Para satisfacer la sed de escupirle la cara.

Sin embargo, opino que tal deseo de lastimar el ego prepotente debe ser contrastado con un profundo sentido de la responsabilidad.

Al ver actitudes como las de ayer en Morazán las alertas se disparan. Y no porque sean producto de la ridícula campaña del miedo que está montando ARENA. No, se activan porque se trata de hechos reales, no de montajes firmados por prestanombres.

La gente del FMLN, en su mayoría, son personas que se destacan por sus arrebatos de cólera. No dejan el tufo a pólvora. Muchísimos de ellos son salvadoreños resentidos, que no buscan el lazo que unifique a la sociedad hacia un bien común, sino el látigo para descargar los golpes del escarmiento y escuchar los deliciosos chasquidos de la vendetta.
Violencia pura. Ejemplos de lo que puede suceder.

Ante esta situación la fórmula farabundista debe pronunciarse con firmeza. Porque no se está exagerando, como ha pasado en otras ocasiones en que los areneros se han comportado como vírgenes dentro del baño de hombres de una cárcel; no, esta vez se trata de hechos.

Si no se detienen de raíz estos incidentes la sangre va a comenzar a correr.

El acto de ayer estaba bien planificado. Eso de que era “expresión espontánea” es más falso que aquella promesa que los hombres perversos le hacen a las jovencitas cuando intentan seducirlas y romperles el miedo de la primera vez.


Campaña sucia

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