Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

jueves, 4 de diciembre de 2008

Gordura estatal



No he escuchado a un solo candidato que diga que va a recortar puestos de trabajo en el sector público. Por una sencilla razón: porque quien cometa la estupidez electoral de prometer tal cosa marcha directo a la derrota.
Pero esa "estupidez electoral" podría ser una saludable apuesta de país si se ejecuta de manera adecuada, con un plan inteligente por delante y con una "esponja" privada que absorba a los cesantes.
Al quitarle gordura al aparato estatal, los cientos de millones de dólares que se usan para pagarle a miles de burócratas podrían invertirse en obras sociales, de infraestructura o para pagar deuda extranjera.
Y, con un buen mapa de ruta, se podría crear un círculo virtuoso para potenciar a la empresa privada, porque al haber dinero para nuevas obras será necesario que alguien las haga. Y aquí entran los empresarios.
Sin embargo, hay que decir que no se trata de lanzarle la pelota al sector privado así por así.
Tiene que ser un plan de país, consensuado, algo muy estudiado, muy bien planificado y derivar de un pacto nacional entre gobierno, empresa privada y otras fuerzas de poder real.
Uno de los principales efectos a derrotar es el estigma de "viene del gobierno", donde el desafío se puede superar con capacitaciones (más empleo outsourcing) y, naturalmente, con el hambre del desempleado que le obligará a ser más eficiente.
Una medida de estas se puede realizar de manera paulatina, con un ente rector que esté integrado por el Gobierno, la empresa privada y la Academia, de tal manera que el fin sea tener un estado más eficiente, como generador de políticas para hacer trabajar la maquinaria de todo el país en vez de servir de restaurante para engordar al marrano.

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