Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Dónde quedó aquel Rodrigo?


Aunque no quieran aceptarlo, el Rodrigo Ávila de hoy ya no es el mismo Rodrigo que entró aquel 1 de junio de 1999 en el anfiteatro de la Feria Internacional para la toma de posesión del presidente Francisco Flores.
Ese día, parecía que la gente lo quería a él de presidente.
Ese día lo aplaudieron a rabiar.
Porque era el Rodrigo Ávila que muchos extrañan ahora.
El Rodrigo que se metía el navarone y se iba al frente de sus hombres a combatir el hampa. El tipo que se batía a balazos con los delincuentes. El jefe policial que no le temía al enfrentamiento; era el ícono del valor de la justicia. El tipo de película que le reventaba los plomos a cualquiera que atentara contra la sociedad.
Y la sociedad lo percibía así. El pueblo lo quería así. Porque era la viva estampa de su defensor, el hombre en quien se podía confiar a los hijos al salir de casa.
Pero después Rodrigo Ávila se hizo político. Compitió por la alcaldía de Santa Tecla y lo hicieron papilla... ¡porque el sentido de la oportunidad es crucial en política!
Después se hizo diputado y ahí se apagó. No descolló como se esperaba y se volvió un miembro más del rebaño.
Como viceministro de Seguridad, poco, muy poco.
Y hasta ahora, como candidato, le hace falta.
Hoy, que tiene la enorme oportunidad de demostrarle al país que aquel valor de las fotos de defensor de la justicia no lo ha perdido. Poco. Hoy, que es el presidente de ARENA y que puede llevar al partido hacia donde todo salvadoreño democrático aspira. Poco.
Yo creo que aquel Rodrigo no está muerto. Igual creo que la somnolencia actual es parte del efecto de los “encantadores de serpientes”, de los pericones que le hablan al oído para recomendarle sus grandes pensadas y que, en la realidad, no son más que tonteras.
Rodrigo: Si escuchas solo a los pericones vas a perder. Punto. Aún es tiempo de regresar, y que de aquella imagen no quede sólo el acento para los spots y cuñas de radio.


Para los que llegaron tarde: No se extraña al policía, sino el empuje, el arrojo, el valor, la determinación, el carácter.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estoy siguiendo casi a diario tus escritos sigue adelante y me alegro por vos saludos agr

 

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