Ciro Granados, Periodista

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El Salvador

domingo, 21 de septiembre de 2008

El silencio de los gatos


Mauricio Funes no tiene poder dentro del FMLN. Esa es una evidente realidad que, creo, nunca imaginó afrontar cuando tomó la soberana decisión de asumir lo que siempre fue: un hombre con vocación política de izquierda punzante.
Lo que ahora viven candidato y partido puede calificarse como un coitus interruptus ocasionado por una luna de miel que se frustró antes de tiempo. Porque supongo que cuando lo enamoraban para que aceptara la candidatura deben de haberle ofrecido el cielo y la tierra. Y eso, aunado a su ferviente deseo por destacar fue el punto sin retorno para la esperada conquista.

Pero con el paso del tiempo ha quedado más que claro que quien manda en el FMLN es el ala más dura, la menos democrática.
Por esto no extraña el silencio de Funes sobre las atrocidades que contra la democracia y en particular contra los medios de comunicación ha cometido Hugo Chávez en Venezuela.
Resulta curioso, aunque comprensible, que quien antes se desgarraba las vestiduras por el tema de los derechos humanos ahora no diga ni pío porque Chávez haya expulsado de Venezuela a dos altos directivos de la ONG Human Rights Watch por presentar un informe crítico al gobierno chavista.
Funes no puede hablar mal de Chávez aunque quiera, porque eso implicaría tener un nuevo pleito con los dueños del partido.
Ya suficiente ha tenido con que no le hayan permitido gobernar su campaña proselitista, que no lo hayan dejado poner a su gente en la lista de candidatos a diputados, que le hayan quitado el mando a su mano derecha en la elaboración del plan de gobierno, que le hayan corregido una y otra vez la plana cuando se ha referido a temas internacionales de vital importancia, que le hayan impuesto al vicepresidente y que, incluso, hasta le hayan puesto personas del mismo partido a vigilarlo para darle reportes a la cúpula del FMLN sobre todos sus movimientos.
Eso de no poder criticar al venezolano debe de ser una piedra en el zapato del candidato farabundista. Por una simple razón: porque él es más del pensamiento de Lula. Tiene, hasta donde sabemos los periodistas, serias discrepancias con la forma de operar del Tirano del sur… pero tiene que agachar la cabeza porque de otra forma se la vuelan. Sabe bien con quienes está tratando.
El silencio de los gatos, empero, no siempre significa tener la cola entre las patas. En algunas ocasiones implica la astucia del felino dispuesto a dar el zarpazo; aunque, en otras tiene un significado menos valiente: el gato está bien comido y se ha echado a dar una siesta.
Un candidato a la presidencia con las credenciales que dice tener Funes no puede darse el lujo de obviar temas como el de los derechos humanos, tanto por el pedigrí de periodista que blande como por la tradición dentro de las izquierdas de tomar el tema DD.HH. por una bandera irrenunciable.
Del FMLN no extraña el silencio, porque todo lo que haga Chávez le caerá en gracia. Comparten el sentimiento antisistema y los genes castristas. No solo eso: le deben pleitesía al Tirano del sur porque es quien les paga las facturas, ya sea en la triangulación que, presumo, hacen vía Alba Petróleos o en la aportación directa que deben de recibir en los continuos viajes que hacen a Caracas, o cuando se reúnen en otros países (como el caso reciente, en Guatemala, con el enviado del Anciano).
Funes dijo ayer a una periodista de El Diario de Hoy: “No voy a juzgar ni las acciones o decisiones que tome otro mandatario en el ejercicio soberano del poder, ni los informes de instituciones de prestigio... Respeto las decisiones que toma cada gobierno. No voy a opinar ni sobre Venezuela, ni sobre Estados Unidos”.

Sin embargo, me resulta muy difícil de creer que el candidato efemelenista deje de opinar si el presidente George Bush expulsara de Estados Unidos a dos directivos de una prestigiosa ONG defensora de Derechos Humanos por haber criticado su gobierno.
Esas –la de los gobiernos de Venezuela y de Estados Unidos– es la principal diferencia entre los sistemas democrático y autocrático.
Y el FMLN apoya y admira el sistema de Chávez.
Quizás ahora sea más clara la respuesta sobre el silencio de los gatos.

PD: Y, por favor, que nadie vaya a pensar que esta crítica se deriva de alguna influencia externa a mi conciencia de periodista. Y si a alguno le caben dudas, les sugiero leer mi artículo Los Pericones, destinado concretamente a ARENA.

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